martes, 26 de agosto de 2008

¿CLAUSURAR LAS NORMALES?

El último ataque al normalismo sucedió después del movimiento estudiantil de 1968, cuando por órdenes de Gustavo Díaz Ordaz desapareció gran parte del sistema de escuelas normales rurales, pues eran consideradas “nidos de resentidos sociales”. Después de ello, los alumnos de dichas instituciones fueren ubicados en otras lejanas de su lugar de origen. En Veracruz, conocemos a varios de esos alumnos, en esos momentos, y hoy reconocidos docentes.

También, aún recordamos los sucesos que vivieron los alumnos de la normal rural de El Mexe hace poco tiempo, y que las circunstancias políticas hicieron que poca gente comprendiera su movimiento.

Pero hoy, con estupor y coraje hemos conocido una petición para convertir las normales en instituciones formadoras de técnicos que se expresó en un acto de aparente autopurificación política y que se puede traducir en una declaración de guerra a tambor batiente que pareciera decir “cierren las normales”, “acabemos con ellas”,”de ellas vienen todos los males y deficiencias del sistema educativo” y “muera el normalismo”. Pero ¡oh sorpresa! ese ataque no viene del poder político, sino de un actor del mismo gremio magisterial.

Recordemos que el normalismo, más que la historia de las normales, como se lo escuchamos a una funcionaria en una mesa redonda, o una simple red de escuelas normales, es una corriente pedagógica y social que se construyó desde el siglo pasado y que sustenta la formación de docentes que el país ha requerido en sus diversas etapas históricas y que ha evolucionado acorde a las innovaciones educativas internacionales, coadyudando al desarrollo de México. Esta corriente ha sufrido altibajos, siendo minimizada en algunos momentos con las mismas normales, pero que estamos seguros que después de esta agresión surgirá reactivada y fortalecida.

Las escuelas normales han sido víctimas en algunas ocasiones de un juego del sistema político y educativo: por un lado se les reconoce y alaba y por otro se les regatea presupuesto y se retrasa la aprobación para nuevos proyectos de expansión y consolidación.

Pero ante el ataque desmesurado, inoportuno e impertinente a las escuelas normales, el magisterio ha respondido: Escuela Normal Superior de México, Benemérita Escuela Nacional de Maestros, Michoacán, Campeche, Morelos y Quintana Roo, en el seno de todo el magisterio nacional y aún entre líderes de la más alta cúpula del sistema federal, con los cuales hemos platicado solicitándoles su opinión.

En Veracruz, de manera oportuna, valiente y haciendo eco del malestar magisterial al menos tres líderes han expresado públicamente, sin esperar que se calmen las aguas, su posición clara, digna y con sustento a favor del normalismo. Por ello, fue altamente emblemático que una manifestación de repudio a las mencionadas declaraciones se generara y partiera de la Benemérita Escuela Normal Veracruzana “Enrique C. Rébsamen”, que constituye un ejemplo señero del normalísmo mexicano y de lo que Veracruz ha hecho por la educación y de lo que seguramente seguirá aportando. Por cierto, quisiéramos escuchar el posicionamiento de otros actores educativos y políticos.

Recordemos que las normales no son entes académicos aislados del entramado social, económico y político actual, pero ellas, desde luego, no son culpables ni han coadyuvado a la extrema pobreza, desigualdad, rezago social, inequidad, discriminación y exclusión que se da en México, por lo que más que agredirlas se tendrá que apoyarlas para la consolidación de proyectos académicos innovadores y para superar posibles carencias materiales y de otra índole, en el marco de un programa de regulación, real y efectivo, de la oferta y demanda de educación básica y normal. Las instituciones formadoras de docentes merecen respeto y apoyo de todos los sectores sociales.






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