
Así inicia el prólogo del informe 2008 presentado el pasado 28 de mayo de Amnistía Internacional (AI), la organización defensora de derechos humanos más grande del mundo, que se integra de 2.2 millones de personas ubicadas en 150 países y que forman un frente común que tiene como objetivo algo muy complejo: un mundo donde los derechos humanos sean respetados. Esta organización es independiente de cualquier gobierno, partido político o credo religioso. Trata de impedir y eliminar las violaciones contra los derechos civiles, políticos, sociales, culturales y económicos, principalmente las cárceles clandestinas, los sitios de tortura y cualquier trasgresión contra la dignidad humana.
Esta organización fue fundada en 1961 y a través de sus activistas en todo el mundo ha logrado presionar a dictaduras, gobiernos autoritarios, grupos políticos, grupos armados y otros, bajo el principio de la no violencia. AI a través de sus actividades ha logrado salvar miles de vidas, ha luchado contra la tortura, ha impedido ejecuciones por pena de muerte y, al mismo tiempo, ha protegido a defensores y defensoras de los derechos humanos que en sus países o territorios se encuentran estigmatizados e incluso perseguidos. En México fue fundada hace 36 años.

En cuanto a la visión regional, el aparto relativo a nuestro continente finaliza afirmando que “la Declaración Universal de Derechos Humanos promete un mundo libre de temor y de miseria, pero esa vida sin miseria sigue siendo algo meramente ilusorio para muchas personas de la región, tanto en el norte como en el sur. A pesar del asombroso crecimiento económico de los últimos 60 años, las inveteradas injusticias sociales continúan excluyendo a comunidades enteras de sus beneficios potenciales. Millones de personas siguen sufriendo discriminación y exclusión social. En toda la región están surgiendo movimientos sociales, polifacéticos y dinámicos que hacen frente a este problema y que están desarrollando nuevas formas de activismo y potenciación de los derechos. Estos movimientos exigen que todos los derechos consagrados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos sean una realidad para todas las personas”.

Vale la pena mencionar lo que el referido informe menciona en cuanto a Discriminación: comunidades marginadas: “Muchas comunidades marginadas continuaban teniendo un acceso limitado a servicios básicos, a pesar del compromiso del gobierno de aumentar el gasto social. Esto generó conflictos, desigualdad y discriminación, que afectaban especialmente a las comunidades indígenas. El hecho de que las comunidades afectadas por proyectos de desarrollo o inversión no recibiesen información veraz, no fuesen consultadas ni tuviesen la oportunidad de participar en la formulación de los proyectos intensificó las tensiones y limitó el empoderamiento”.
Si bien AI no goza de la simpatía de muchos gobiernos nacionales y locales y de grupos represores, por otra parte goza del respaldo de grupos progresistas en todo el mundo que ven en

Ojalá este informe fuera motivo de un análisis por parte de las instituciones públicas y organizaciones de la sociedad civil que en nuestra entidad se encuentran vinculadas con esta materia, su acuerdo o desacuerdo con el documento puede externarse. Lo importante es el debate que en torno a esta materia se realice públicamente y no en ámbitos cerrados.
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