Ante un cambio de época los elementos primordiales de la vida en común son cuestionados y se encuentran en plena erosión. Vivimos un periodo crucial de cambios históricos de carácter global y multidimensional que se vinculan a la revolución de las tecnologías de la información, los cuales hacen vislumbrar una nueva forma de sociedad donde la generación, el procesamiento, la transmisión de la información y el conocimiento son ahora las fuentes básicas de la productividad, el bienestar y el poder.
La fase que actualmente vive la comunidad se caracteriza por una gradual generalización de libre comercio, la presencia de empresas transnacionales que asumen el papel de sistemas de producción integrados, la expansión y movilidad de capitales y la homogeneización de los modelos de desarrollo.
Frente a este panorama aparece como una preocupación nodal la cohesión social, que es precisamente el tema del que se ocupará la próxima XVII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y Gobierno.
Los pasados días 3, 4 y 5 de noviembre de 2006, tuvo lugar en Montevideo, Uruguay, la XVI Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, cuyo tema central fue la migración. En este año, los próximos días 8, 9 y 10 de noviembre se realizara la XVII Cumbre Iberoamericana en Santiago de Chile, cuyo tema a discutir será el de “Cohesión social y políticas sociales para alcanzar sociedades más inclusivas en Iberoamérica”.
Para la próxima reunión se han preparado dos documentos de trabajo: el primero, “Cohesión social” elaborado por el Ministerio de Planificación del gobierno de Chile y el Comité Organizador de la XVII Cumbre Iberoamericana; el segundo “Cohesión social. Inclusión y sentido de pertenencia en América Latina y el Caribe” redactado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el Programa Euro-social de la Comisión Europea, la Secretaría General Iberoamericana y la Agencia Española de Cooperación Internacional. En esta entrega comentaremos algunos aspectos relevantes de ambos documentos.
Desde una perspectiva tradicionalista la idea de la cohesión social es reducida y se opone a la erosión de la legitimidad y de la gobernabilidad, el crecimiento de las brechas sociales y a la tendencia de la individualización y el debilitamiento de lo público. Desde una visión propositiva la cohesión social trata de potenciar la riqueza de la diversidad cultural, la sociedad de la información, el imaginario democrático y los sistemas para crear nuevos mecanismos de inclusión social, participación ciudadana y sentido de pertenencia.
La cohesión social gira, entonces, en torno a los ejes de inclusión, pertenencia e igualdad. La cohesión social puede entenderse, también, como el nivel o grado de consenso de los integrantes de un grupo social sobre la percepción de pertenencia o exclusión en cuanto a un proyecto o acción común, a una situación de toda la sociedad. En este último caso se otorga preeminencia a las percepciones y no a los mecanismos.
Como parte de la solidaridad social, la cohesión social es necesaria para que los integrantes de una sociedad sigan vinculados a ella con una fuerza igual. En este marco la cohesión social se enfrenta a problemas como la erosión, debilitamiento y transformación de los vínculos entre el individuo y la sociedad.
El nuevo concepto que nos ocupa se refiere entonces, por un lado, a la eficacia de los mecanismos de inclusión social y, por otro, a los comportamientos y valoraciones de los sujetos que forman parte de la sociedad. Los mecanismos son la generación de empleo, el sistema educativo, la titularidad de derechos, políticas de equidad, el bienestar y la protección social. Los comportamientos y valoraciones son la confianza en las instituciones, el capital social, el sentido de pertenencia y solidaridad, la aprobación de normas de convivencia, la disposición a participar en proyectos colectivos y la actitud positiva para participar en espacios de liberación.
En este marco, para la CEPAL la cohesión social se define como “la dialéctica entre mecanismos instituidos de inclusión y exclusión sociales y las respuestas percepciones y disposiciones de la ciudadanía frente al modo en que ellos operan”. De acuerdo a la misma CEPAL, esta definición presenta diversas ventajas.
La primera es la vinculación de dimensiones de la realidad que generalmente transcurren por sendas separadas: la política social y el valor de la solidaridad que permea en la sociedad; la sinergia entre equidad social y legitimidad política; las transformaciones socioeconómicas y los cambios en la interacción social; la promoción de una mayor igualdad y de un mayor reconocimiento de la diversidad de género, etnia y raza; las brechas socioeconómicas y el sentido de pertenencia, etc.
Otra ventaja es que la definición mencionada evita sesgos funcionalistas en razón de la adaptación a una estructura sistémica. La tercera es que de acuerdo a la definición la cohesión social es un medio y un fin, a la vez. Como fin es un objetivo de las políticas publicas en cuanto a que estas pretenden que todos los integrantes de la sociedad se asuman como parte activa de ella, como colaboradores para coadyuvar al progreso y, a la vez, como beneficiarios.
La cohesión social se enfrenta a diversas condiciones que le son adversas y que no permiten que se consolide como un nuevo concepto que expresa los elementos para propiciar la inclusión social, el sentido de pertenencia y evitar la exclusión.
Entre los principales factores que evitan la cohesión social se pueden citar ocho: el difícil logro de las tasas de crecimiento que generan los recursos necesarios para un mayor bienestar, desarrollo y equidad; las restricciones para la generación de empleos; la disociación entre activos materiales y simbólicos, ya que el imaginario difundido del desarrollo consideraba complementarios los activos materiales y los simbólicos, y la cohesión social podía asociarse a esa complementariedad, actualmente se invierte la ecuación; la negación del Otro se traduce en un elemento de ciudadanía incompleta, de negación de la diversidad cultural; los cambios culturales fomentan un mayor individualismo, pero no resulta claro como recrean los vínculos sociales; la mayor complejidad y fragmentación de los actores sociales hacen más difícil la coincidencia en aspiraciones comunes, la generación de una opacidad del orden simbólico y menor certidumbre de las normas mismas de sociabilidad; y, una mayor brecha entre el deber ser y la realidad social.
Conviene resaltar que actualmente un elemento primordial de la cohesión social es el sentido de pertenencia a la sociedad, constituyendo un eje subjetivo integrado por percepciones, valoraciones y disposiciones de quienes integran la colectividad. Esta nueva dimensión no se ha debatido dentro del concepto de la cohesión social, sino hasta los documentos que estamos comentando. El sentido de pertenencia implica dos aspectos: acceso y compromiso, un ciudadano es pasivo en cuanto se le confieren derechos, pero es activo en cuanto aporta a la cohesión social.
A su vez, el sentido de pertenencia a la sociedad se vincula con la ciudadanía, en un cruce entre derechos sociales instituidos y solidaridad social internalizada. La ciudadanía no solo implica una titularidad de derechos sino también como contraparte el respeto a las reglas de la institucionalidad democrática y el estado de derecho, así como una mayor disposición para participar en los asuntos de interés públicos, la cosa publica.
Al presentarse los elementos que obstaculizan la cohesión social que hemos referido anteriormente y cuando el sentido de pertenencia no se manifiesta, surgen los mecanismos de exclusión que también la erosionan y obstaculizan. Estos mecanismos se traducen o concretizan en una ciudadanía de baja intensidad, en ciudadanos que no se sienten incluidos en los grupos sociales, que ven ajenas las luchas que otros similares realizan u observan desde lejos los movimientos sociales, son los que habitan los espacios propios de los excluidos.
Precisamente, la cohesión social puede fomentarse a través de tres tipos de políticas públicas que, obviamente, se vinculan: incremento de las oportunidades productivas; fomento del desarrollo de las capacidades individuales, y conformación de redes mas inclusivas de protección ante vulnerabilidades y riesgos.
Las políticas públicas para el incremento de las oportunidades productivas comprenden políticas para hacer frente a la inconformidad laboral, estrategias de seguridad laboral, certificación de competencias y empleos de emergencia. Las políticas de desarrollo de capacidades se vinculan a la educación y son las que buscan mayor igualdad de oportunidades, la vinculación entre educación y empleo y las que consideran la educación para la igualdad y la educación con las diferencias. Las políticas relativas a la protección ante las vulnerabilidades y riesgo son aquellas con la perspectiva del derecho de la protección social, las que tratan de evitar las brechas de protección y cambios en la familia y las relativas a la cobertura, solidaridad y financiamiento.
La CEPAL propone para avanzar hacia una cohesión social cimentada en valores democráticos el establecimiento de un contrato de cohesión social que incluya el acuerdo y el compromiso político en torno a ese objetivo y disponer de los recursos económicos, políticos e institucionales que lo hagan viable. La propuesta de este pacto no es algo superfluo o banal sino que busca legitimar la cohesión social como objeto de las políticas públicas, el logro del bienestar social y la generación de las condiciones políticas, jurídicas e institucionales necesarias. Este pacto sería a largo plazo y adaptable a modificaciones coyunturales.
La necesidad de este pacto se fundamenta en que las sociedades contemporáneas viven tendencias a una pérdida de cohesión social. De acuerdo a Michael Walzer se producen cuatro movilidades que socavan las solidaridades básicas de la cohesión social: “la nueva modalidad ocupacional que socava la solidaridad de clase; la movilidad que socava la solidaridad de barrio; la movilidad familiar, que agiliza los núcleos fundamentales de protección; y la movilidad política producida por el debilitamiento de los partidos políticos que socava la solidaridad ideológica”
Lo anterior conduce a nuevos tipos de diferenciación social no tan sólo en un sentido vertical entre los de arriba y los de abajo, sino horizontal, entre quienes están dentro y quienes están excluidos de la sociedad, desde el sector productivo hasta el ejercicio real de la ciudadanía.
Así, a la pobreza y la brecha económica y social, se agrega ahora un debilitamiento de la solidaridad, del sentido de pertenencia a la comunidad, una percepción de injusticia social, de bajo cumplimiento de normas, desconfianza en las instituciones, y baja legitimidad en las instituciones políticas. Ese es el cambio de época al que nos referíamos en un principio, que hace que las sociedades sean vulnerables a crisis económicas, sociales y políticas.
En este contexto, el concepto cohesión social, en la nueva propuesta de la CEPAL, incipiente y apenas en construcción, se percibe frágil al referirse a la inclusión y participación de todos los integrantes de la sociedad en la vida económica, social, cultural y política y también al sentido de solidaridad y pertenencia, que se fundamente en el goce efectivo de ciudadanía y de una ética integrada por principios democráticos. Así mismo, muchos conceptos, afirmaciones y postulados de los documentos que hemos comentado son altamente cuestionables. Ejemplo de lo anterior es que no se menciona o analiza la vinculación entre cohesión social y gobernabilidad.
Lo anterior significa que la pobreza, desigualdad, exclusión y los bajos niveles de cohesión social debilitan la democracia, amenazando la paz y la estabilidad. Una respuesta urgente a estos problemas sociales es un requerimiento para la estabilidad y gobernabilidad democrática.
El desafío para la acción del Estado es garantizar oportunidades de inclusión y de sentido de pertenencia, desactivando factores y procesos que generan la exclusión social.
La fase que actualmente vive la comunidad se caracteriza por una gradual generalización de libre comercio, la presencia de empresas transnacionales que asumen el papel de sistemas de producción integrados, la expansión y movilidad de capitales y la homogeneización de los modelos de desarrollo.
Frente a este panorama aparece como una preocupación nodal la cohesión social, que es precisamente el tema del que se ocupará la próxima XVII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y Gobierno.
Los pasados días 3, 4 y 5 de noviembre de 2006, tuvo lugar en Montevideo, Uruguay, la XVI Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, cuyo tema central fue la migración. En este año, los próximos días 8, 9 y 10 de noviembre se realizara la XVII Cumbre Iberoamericana en Santiago de Chile, cuyo tema a discutir será el de “Cohesión social y políticas sociales para alcanzar sociedades más inclusivas en Iberoamérica”.
Para la próxima reunión se han preparado dos documentos de trabajo: el primero, “Cohesión social” elaborado por el Ministerio de Planificación del gobierno de Chile y el Comité Organizador de la XVII Cumbre Iberoamericana; el segundo “Cohesión social. Inclusión y sentido de pertenencia en América Latina y el Caribe” redactado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el Programa Euro-social de la Comisión Europea, la Secretaría General Iberoamericana y la Agencia Española de Cooperación Internacional. En esta entrega comentaremos algunos aspectos relevantes de ambos documentos.
Desde una perspectiva tradicionalista la idea de la cohesión social es reducida y se opone a la erosión de la legitimidad y de la gobernabilidad, el crecimiento de las brechas sociales y a la tendencia de la individualización y el debilitamiento de lo público. Desde una visión propositiva la cohesión social trata de potenciar la riqueza de la diversidad cultural, la sociedad de la información, el imaginario democrático y los sistemas para crear nuevos mecanismos de inclusión social, participación ciudadana y sentido de pertenencia.
La cohesión social gira, entonces, en torno a los ejes de inclusión, pertenencia e igualdad. La cohesión social puede entenderse, también, como el nivel o grado de consenso de los integrantes de un grupo social sobre la percepción de pertenencia o exclusión en cuanto a un proyecto o acción común, a una situación de toda la sociedad. En este último caso se otorga preeminencia a las percepciones y no a los mecanismos.
Como parte de la solidaridad social, la cohesión social es necesaria para que los integrantes de una sociedad sigan vinculados a ella con una fuerza igual. En este marco la cohesión social se enfrenta a problemas como la erosión, debilitamiento y transformación de los vínculos entre el individuo y la sociedad.
El nuevo concepto que nos ocupa se refiere entonces, por un lado, a la eficacia de los mecanismos de inclusión social y, por otro, a los comportamientos y valoraciones de los sujetos que forman parte de la sociedad. Los mecanismos son la generación de empleo, el sistema educativo, la titularidad de derechos, políticas de equidad, el bienestar y la protección social. Los comportamientos y valoraciones son la confianza en las instituciones, el capital social, el sentido de pertenencia y solidaridad, la aprobación de normas de convivencia, la disposición a participar en proyectos colectivos y la actitud positiva para participar en espacios de liberación.
En este marco, para la CEPAL la cohesión social se define como “la dialéctica entre mecanismos instituidos de inclusión y exclusión sociales y las respuestas percepciones y disposiciones de la ciudadanía frente al modo en que ellos operan”. De acuerdo a la misma CEPAL, esta definición presenta diversas ventajas.
La primera es la vinculación de dimensiones de la realidad que generalmente transcurren por sendas separadas: la política social y el valor de la solidaridad que permea en la sociedad; la sinergia entre equidad social y legitimidad política; las transformaciones socioeconómicas y los cambios en la interacción social; la promoción de una mayor igualdad y de un mayor reconocimiento de la diversidad de género, etnia y raza; las brechas socioeconómicas y el sentido de pertenencia, etc.
Otra ventaja es que la definición mencionada evita sesgos funcionalistas en razón de la adaptación a una estructura sistémica. La tercera es que de acuerdo a la definición la cohesión social es un medio y un fin, a la vez. Como fin es un objetivo de las políticas publicas en cuanto a que estas pretenden que todos los integrantes de la sociedad se asuman como parte activa de ella, como colaboradores para coadyuvar al progreso y, a la vez, como beneficiarios.
La cohesión social se enfrenta a diversas condiciones que le son adversas y que no permiten que se consolide como un nuevo concepto que expresa los elementos para propiciar la inclusión social, el sentido de pertenencia y evitar la exclusión.
Entre los principales factores que evitan la cohesión social se pueden citar ocho: el difícil logro de las tasas de crecimiento que generan los recursos necesarios para un mayor bienestar, desarrollo y equidad; las restricciones para la generación de empleos; la disociación entre activos materiales y simbólicos, ya que el imaginario difundido del desarrollo consideraba complementarios los activos materiales y los simbólicos, y la cohesión social podía asociarse a esa complementariedad, actualmente se invierte la ecuación; la negación del Otro se traduce en un elemento de ciudadanía incompleta, de negación de la diversidad cultural; los cambios culturales fomentan un mayor individualismo, pero no resulta claro como recrean los vínculos sociales; la mayor complejidad y fragmentación de los actores sociales hacen más difícil la coincidencia en aspiraciones comunes, la generación de una opacidad del orden simbólico y menor certidumbre de las normas mismas de sociabilidad; y, una mayor brecha entre el deber ser y la realidad social.
Conviene resaltar que actualmente un elemento primordial de la cohesión social es el sentido de pertenencia a la sociedad, constituyendo un eje subjetivo integrado por percepciones, valoraciones y disposiciones de quienes integran la colectividad. Esta nueva dimensión no se ha debatido dentro del concepto de la cohesión social, sino hasta los documentos que estamos comentando. El sentido de pertenencia implica dos aspectos: acceso y compromiso, un ciudadano es pasivo en cuanto se le confieren derechos, pero es activo en cuanto aporta a la cohesión social.
A su vez, el sentido de pertenencia a la sociedad se vincula con la ciudadanía, en un cruce entre derechos sociales instituidos y solidaridad social internalizada. La ciudadanía no solo implica una titularidad de derechos sino también como contraparte el respeto a las reglas de la institucionalidad democrática y el estado de derecho, así como una mayor disposición para participar en los asuntos de interés públicos, la cosa publica.
Al presentarse los elementos que obstaculizan la cohesión social que hemos referido anteriormente y cuando el sentido de pertenencia no se manifiesta, surgen los mecanismos de exclusión que también la erosionan y obstaculizan. Estos mecanismos se traducen o concretizan en una ciudadanía de baja intensidad, en ciudadanos que no se sienten incluidos en los grupos sociales, que ven ajenas las luchas que otros similares realizan u observan desde lejos los movimientos sociales, son los que habitan los espacios propios de los excluidos.
Precisamente, la cohesión social puede fomentarse a través de tres tipos de políticas públicas que, obviamente, se vinculan: incremento de las oportunidades productivas; fomento del desarrollo de las capacidades individuales, y conformación de redes mas inclusivas de protección ante vulnerabilidades y riesgos.
Las políticas públicas para el incremento de las oportunidades productivas comprenden políticas para hacer frente a la inconformidad laboral, estrategias de seguridad laboral, certificación de competencias y empleos de emergencia. Las políticas de desarrollo de capacidades se vinculan a la educación y son las que buscan mayor igualdad de oportunidades, la vinculación entre educación y empleo y las que consideran la educación para la igualdad y la educación con las diferencias. Las políticas relativas a la protección ante las vulnerabilidades y riesgo son aquellas con la perspectiva del derecho de la protección social, las que tratan de evitar las brechas de protección y cambios en la familia y las relativas a la cobertura, solidaridad y financiamiento.
La CEPAL propone para avanzar hacia una cohesión social cimentada en valores democráticos el establecimiento de un contrato de cohesión social que incluya el acuerdo y el compromiso político en torno a ese objetivo y disponer de los recursos económicos, políticos e institucionales que lo hagan viable. La propuesta de este pacto no es algo superfluo o banal sino que busca legitimar la cohesión social como objeto de las políticas públicas, el logro del bienestar social y la generación de las condiciones políticas, jurídicas e institucionales necesarias. Este pacto sería a largo plazo y adaptable a modificaciones coyunturales.
La necesidad de este pacto se fundamenta en que las sociedades contemporáneas viven tendencias a una pérdida de cohesión social. De acuerdo a Michael Walzer se producen cuatro movilidades que socavan las solidaridades básicas de la cohesión social: “la nueva modalidad ocupacional que socava la solidaridad de clase; la movilidad que socava la solidaridad de barrio; la movilidad familiar, que agiliza los núcleos fundamentales de protección; y la movilidad política producida por el debilitamiento de los partidos políticos que socava la solidaridad ideológica”
Lo anterior conduce a nuevos tipos de diferenciación social no tan sólo en un sentido vertical entre los de arriba y los de abajo, sino horizontal, entre quienes están dentro y quienes están excluidos de la sociedad, desde el sector productivo hasta el ejercicio real de la ciudadanía.
Así, a la pobreza y la brecha económica y social, se agrega ahora un debilitamiento de la solidaridad, del sentido de pertenencia a la comunidad, una percepción de injusticia social, de bajo cumplimiento de normas, desconfianza en las instituciones, y baja legitimidad en las instituciones políticas. Ese es el cambio de época al que nos referíamos en un principio, que hace que las sociedades sean vulnerables a crisis económicas, sociales y políticas.
En este contexto, el concepto cohesión social, en la nueva propuesta de la CEPAL, incipiente y apenas en construcción, se percibe frágil al referirse a la inclusión y participación de todos los integrantes de la sociedad en la vida económica, social, cultural y política y también al sentido de solidaridad y pertenencia, que se fundamente en el goce efectivo de ciudadanía y de una ética integrada por principios democráticos. Así mismo, muchos conceptos, afirmaciones y postulados de los documentos que hemos comentado son altamente cuestionables. Ejemplo de lo anterior es que no se menciona o analiza la vinculación entre cohesión social y gobernabilidad.
Lo anterior significa que la pobreza, desigualdad, exclusión y los bajos niveles de cohesión social debilitan la democracia, amenazando la paz y la estabilidad. Una respuesta urgente a estos problemas sociales es un requerimiento para la estabilidad y gobernabilidad democrática.
El desafío para la acción del Estado es garantizar oportunidades de inclusión y de sentido de pertenencia, desactivando factores y procesos que generan la exclusión social.
Publicado el día 2 de septiembre en el suplemento cultural “La Valquiria” de Diario de Xalapa
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