lunes, 2 de abril de 2007

Xalapa y Lucila Godoy Alcayaga

“Madre mexicana: reclama para tu hijo vigorosamente, lo que la existencia debe a los seres que nacen sin que pidieran nacer. Por él tienes derecho a las grandes solicitaciones. Pide para él la escuela soleada y limpia; pide los alegres parques; pide las fiestas y las imágenes en el libro y en el cinema educador; exige colaborar en las leyes, pero cuando se trate de las cosas que os manchan u os empequeñecen la vida, puedes pedir leyes que limpien de vergüenza al hijo ilegítimo y le hacen nacer paria y vivir paria en medio de los otros hijos, y leyes que reglamenten vuestro trabajo y el de los niños, que se agotan en la faena brutal de las fábricas.

“Para esto podréis ser vehementes sin dejar de ser austeras; vuestra palabra no será grotesca; hasta tendrá santidad.

“Te oirán, tarde o temprano, madre mexicana; volverán a ti la mirada los hombres justos que todavía son muchos porque tu majestad quiebra, vencidas, a todas las demás majestades, y el verso Walt Whitman se recuerda cuando se te ve cruzar. ¡’Yo os digo que no hay nada más grande que la madre de los hombres’!”

Lo trascrito anteriormente forma parte de A la mujer mexicana incluida en Lecturas para Mujeres, compilación que Gabriela Mistral escribiera en México durante su primera estancia, 1922-1924, periodo en que colabora en el proyecto educativo de José Vasconcelos, en ese momento ministro de Educación, quien se supo rodear de los mejores intelectuales de la época.

Lucila Godoy Alcayaga nace en Vicuña, pequeña ciudad de Chile, el 6 de abril de 1889 por lo que a 118 años de su natalicio conviene recordar que en dos ocasiones pisó tierras veracruzanas, específicamente la capital de la Entidad, así como Fortín de las Flores, Veracruz y otras poblaciones.

Gabriela Mistral adopta ese nombre en honor y como homenaje a dos escritores a quien admiraba: Gabriel D’ Annunzio y Federico Mistral, después de haber participado en los juegos florales de Santiago y haber obtenido en los mismos el primer premio, que dada su modestia y timidez no acude a recoger.

De joven, como es de todos sabido, Gabriela Mistral ejerce la profesión de maestra rural en escuelas ubicadas tanto en su tierra natal como en lugares cercanos a la misma, llegando a ocupar el puesto de inspectora general y directora del Liceo de Punta Arenas, la ciudad más austral del mundo.

Precedida de una fama que ya traspasaba a Chile como poeta y maestra, Gabriela Mistral arriba al puerto de Veracruz el 20 de julio de 1922 y es recibida por poetas mexicanos con los que se identifica y más tarde establece una relación permanente: Palma Guillén, Jaime Torres Bodet, Julio Jiménez Rueda y Bernardo Ortiz de Montellano. El día 21 de julio en Xalapa recibe un homenaje del magisterio en la escuela Normal Veracruzana. De ahí continua a México.

Su labor como colaboradora de José Vasconcelos la hace recorrer jardines de párvulos y escuelas primarias en lugares marginados donde dialoga y da conferencias a maestros rurales, pero también entra en contacto con los grupos marginados de la época, pues fue deseo de Vasconcelos que conociera tanto lo positivo como lo negativo de nuestra patria. Pero su mayor vinculación se da con las mujeres de nuestro campo, con las madres indígenas, con las que no han tenido oportunidad de asistir a una universidad o tan siquiera a concluir su educación básica.

Al respecto, Palma Guillén, su acompañante y guía por disposición de José Vasconcelos, expresa lo siguiente “Me veo en el tren, con ella, de un lado para otro: Pachuca, El Chico, Cuautla, Cuernavaca, Puebla, Zacapoaxtla, Atlixco, Taxco, Pátzcuaro, Zamora, el Cañón de Tomellín, Oaxaca, Acapulco, Guadalajara, Querétaro, Veracruz... Sol, polvo, calor. Escuelas instaladas en viejos curatos, en patios, en solares, en casas particulares, casi sin muebles. Llegábamos en tren o en los camiones de la Secretaría –a veces dormíamos en ellos... En donde había hoteles o casas, de asistencia, nos alojamos en ellos, en donde no los había, el jefe de la zona, o el inspector escolar o el maestro rural o el profesor del Instituto, nos buscaban alojamiento y éramos recibidas en la mejor casa de la ciudad o del pueblo”.

Más tarde la poeta mexicana agrega “Iba a los pueblos. Adoraba a la gente del campo y en seguida se entendía con ella. Hablaba con los maestros, los veía trabajar; hacía para ellos pláticas y conferencias sobre el sentido de la enseñanza, sobre los fines que se perseguían en las nuevas escuelas, sobre el material escolar, sobre la enseñanza de la Geografía y de la Historia, sobre los libros auxiliares, sobre los libros para los niños y para los jóvenes, sobre el uso de las bibliotecas , sobre la cultura necesaria al maestro y a la mujer, sobre su país tan lejano, y, sin embargo, tan semejante al nuestro. Amó a México, con un amor hecho de conocimiento y de esperanza: mejor propagandista y mejor defensor no ha tenido México ni de dentro ni de fuera. El nombre de México, más tarde, estaba siempre en sus labios. El recuerdo de México, después de su paso por nuestra tierra, va y viene constantemente en sus poesías. Supo de nuestro país tanto como nosotros mismos y, acaso, más que muchos. La gente en los pueblos o en las ciudades acudía a oírla y la oía con verdadera religiosidad. Ella era muy intuitiva y se daba cuenta inmediatamente de su auditorio, así es que sabía encontrar siempre el tono justo para que cualquier tema se volviera interesante y asequible. Visitaba mercados y talleres; hablaba con los maestros, con los obreros y sobre todo con las mujeres. Todo el mundo la quería. Cuando murió, de muchos de esos pueblos recibí yo cartas de pésame de personas que, 35 años antes, la habían conocido y que me escribieron a mí porque no sabían si ella tenía aún familia”.

Lo anteriormente descrito por Palma Guillén, le sirve a Gabriela Mistral como elemento para escribir su obra Lecturas para Mujeres, que es una selección de trozos de la literatura mundial, dedicada a las mujeres mexicanas y a las maestras rurales en especial. En esta obra, ante las criticas que ya asechaban a José Vasconcelos y su proyecto educativo y que la alcanzaban a ella, la poeta escribe: “Ha sido para la pequeña maestra chilena una honra servir por un tiempo a un gobierno extranjero que se ha hecho respetable en el Continente por una labor constructiva de educación tan enorme que sólo tiene paralelo digno en la del gran Sarmiento... Será en mi siempre un sereno orgullo haber recibido de la mano del licenciado señor Vasconcelos el don de una Escuela en México y la ocasión de escribir para las mujeres de mi sangre en el único periodo de descanso que ha tenido mi vida.”

Durante su primera estancia en México, Gabriela Mistral conoce un Veracruz que es gobernado por Adalberto Tejeda y cuando la vocación educativa y cultural de Xalapa se encontraba ya cimentada: la Escuela de Jurisprudencia, el Colegio Preparatorio, la Escuela Normal Veracruzana, el Colegio Superior para Señoritas hoy Escuela Industrial, el Seminario Conciliar y Tridentino de Veracruz, el Liceo Jalapeño y la Comisión Geográfico Exploradora.

Después de retirarse de México en 1924, Gabriela Mistral regresa a Chile y recorre varios países donde recibe honores y reconocimientos. Visita Suiza, Francia, España, Estados Unidos, Puerto Rico, Italia, Portugal y otras naciones. Durante este recorrido establece contacto con los intelectuales y literatos de mayor renombre.

En 1945 le es otorgado el Premio Nobel de Literatura, siendo la primera latinoamericana que la recibe y la tercera de la lengua española, después de José Echegaray y Eizaguirre (1904) y Jacinto Benavente (1922). Al respecto El diario Stockolmtidningen de Estocolmo, expresa en su editorial: “Por primera vez el Premio Nobel de Literatura ha sido dado a América Latina, en donde la cálida lengua española esperaba ser destacada. Ha sido elegida para ello la poetisa chilena cuyo nombre no solamente es conocido en su país natal, sino en todo el continente hispano-americano como un símbolo de las fuerzas espirituales”.

Una vez que la poeta recibe el Premio Nobel, nuevamente se dedica a recorrer el mundo y en 1948 abandona Estado Unidos para pasar a vivir a México donde se desempeña como cónsul en el Puerto de Veracruz, llegando a la ciudad de Mérida. Arriba al aeropuerto de Las Bajadas el 30 de noviembre de 1948. De ahí se dirige a Fortín de las Flores y retorna al puerto después de una corta temporada, donde permanece hasta el mes de abril de 1949.

A partir de entonces se instala como huésped en la hacienda cercana a Xalapa La Orduña, más tarde en la hacienda EL Lencero, donde recibe visitas de personajes como Alfonso Reyes, Ignacio Chávez, Rosario castellanos, Diego Rivera, etc.

Desde El Lencero, Gabriela Mistral se involucra en la vida cultural, tanto de Xalapa como de Veracruz: inaugura bibliotecas, dicta conferencias, visita escuelas y publica en UNI-VER, revista de nuestra Universidad Veracruzana.

Durante esta segunda visita a Veracruz, don Ángel Carvajal funge como Gobernador Constitucional Interino y unas vez más Xalapa se encuentra consolidada como un espacio cultural ya que para esta fecha ha sido creada la Universidad Veracruzana en 1944, fecha en que el gobernador Jorge Cerdán convierte al Departamento Universitario en la Universidad Veracruzana, cuya primera sede se encuentra en la hoy calle de Juárez. La ciudad cuenta ya con una Orquesta Sinfónica y un movimiento cultural que la sigue caracterizando. También se levanta altivo y en las afueras de la ciudad de entonces el Estadio Xalapeño, emblema de la ciudad hasta este momento.

El 2 de diciembre de 1950 Gabriela Mistral parte de Veracruz, dirigiéndose a Estado Unidos y más tarde retornó a Chile donde recibe el Premio Nacional de Literatura, cuyo importe dona a los niños sin recursos. Desde 1953 viaja por Estado Unidos, dictando cátedras y conferencias y participando en actividades de apoyo a los derechos humanos.La poeta chilena fallece el 10 de enero de 1957 en Nueva York debido a un cáncer de páncreas. Hoy se le recuerda como poeta y maestra. El mejor homenaje que podemos rendirle a esta poetisa chilena que se incorporó al proyecto educativo de José Vasconcelos y después retornó a nuestra entidad, es rescatar y difundir sus poemas y su famosa obra Lecturas para mujeres.
Publicado el día 01 de abril en el suplemento cultural “La Valquiria” de Diario de Xalapa

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