domingo, 24 de diciembre de 2006

Mujeres y migración internacional

“Actualmente, las mujeres constituyen casi la mitad del total mundial de migrantes internacionales: 95 millones. No obstante, pese a que contribuyen a la reducción de la pobreza y a economías que luchan por desarrollarse, sólo reciente mente la comunidad internacional comenzó a percatarse del significado de lo que pueden ofrecer la mujeres migrantes.Y sólo recientemente los encargados de formular políticas comenzaron a reconocer las particulares dificultades y los riesgos que las mujeres enfrentan cuando se aventuran rumbo a nuevas tierras”.

Lo anterior forma parte de la Introducción del informe Estado de la Población Mundial 2006. Hacia la esperanza. Las mujeres y la migración internacional que fue presentado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y del que hacemos referencia con motivo del próximo Día Internacional del Migrante, el día 18.
En otra parte de la Introducción se agrega “Durante mucho tiempo, la cuestión de las mujeres migrantes ha ocupado un lugar poco prominente en la agenda de las políticas internacionales. Hoy, el mundo tiene una oportunidad sin par de cambiar esta situación: por primera vez, representantes de gobierno de todo el mundo asistirán a un periodo extraordinario de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas dedicado especialmente a la migración. El diálogo de alto nivel de 2006 dedicado a la migración internacional y el desarrollo ofrece una oportunidad de importancia crítica para velar por que se escuchen las voces de las mujeres migrantes. El reconocimiento explícito de las necesidades humanas de las mujeres y la necesidad de lograr la igualdad entre hombres y mujeres es un requisito básico de cualquier marco normativo racional, equitativo y eficaz que trate de encauzar la migración de manera ordenada y humana”.
La aportación de las mujeres migrantes a la mejoría de vida, tanto de sus familias de origen así como las de los países a los que llegan a trabajar es muy alta, si bien no se puede medir, únicamente, por la cantidad de recursos que envían, pues la migración y sobre todo la de la mujer también presenta aspectos sombríos, de discriminación y explotación que muchas veces se vuelven tragedias.
Por una parte, la migración de las mujeres abre para éstas facilidades para una mayor equidad, igualdad, menos presión y una discriminación de baja intensidad que permite mejores escenarios de expresión y menor acotamiento de las oportunidades.
La mujer migra no por que quiera “ir a dar la vuelta” o “a ver que encuentra” como expresó de manera inoportuna un gobernante, si no porque en su entorno, familiar o social, se encuentra inmersa en medio del maltrato, discriminación, exclusión o muy limitadas alternativas de trabajo, es decir, el subempleo o desempleo.
Respecto a lo anterior Jeffrey Bortz y Marcos T. Águila en su artículo Emigración y bajos salarios: cosecha amarga de la globalización aparecido en la revista Memoria número 213 del pasado mes, presentan otra perspectiva del empleo y la migración, pues expresan que “la verdad, la estadística y los ojos coinciden. Hay trabajo en México, aunque no sea el más atractivo, y la gente trabaja. No tienen otra opción. Es por esto que las estadísticas del desempleo son bajas. Empleo tienen, aunque no sea moralmente aceptable.
“Entonces la explicación del problema de la emigración en México no es la falta de empleo. El problema es que los empleos que hay pagan poco, extraordinariamente poco. ¿Cuánto gana el franelero, el vendedor en el metro, los ambulantes en San Cosme, los jornaleros en Chiapas, Veracruz o Oaxaca?, peor aún ¿Cuánto gana en un empleo formal un obrero de la fábrica, un dependiente en el Vips, una secretaria en el gobierno? ¿Por qué les sorprende a algunos que en México haya tanta rotación laboral? Mantener a niveles muy bajos el salario mínimo legal, opera como una ancla que jala hacia abajo los salarios del trabajo formal de baja calificación. Y esta operación de congelar el salario mínimo es una labor en que colaboran activamente las autoridades del Banco de México y la secretaría de Hacienda. Es una política de Estado, que favorece la emigración. El franelero compara sus opciones de ingreso con las del operario fabril, no con las de un ingeniero o jefe de oficina”
Pero analizada desde una perspectiva “positiva” o con un criterio crítico o “negativo” en cuestiones de migración, el migrante y en este caso que nos ocupa la mujer, debe considerarse en primer lugar, como un sujeto que posee o está dotado de derechos humanos, aspecto primordial para cualquier política pública al respecto.
Se debe considerar que las mujeres a lo largo de la historia han migrado debido al matrimonio o la reunificación familiar, pero desde las últimas décadas del siglo pasado el número aumentó. Mujeres solteras o casadas, con hijos o sin ellos, migran motivadas por las oportunidades y las fuerzas de la globalización. Al llegar al país destino la mujer ve reducidas sus posibilidades y únicamente se ocupa en actividades domésticas, servicios (camareras, dependientes, etc.) y trabajo sexual, que por lo regular son inestables, mal pagados y en condiciones inadecuadas.
Un momento digno de mención es cuando la mujer toma la desición de partir presionada por las relaciones familiares, pobreza, pocas o nulas oportunidades sociales y económicas y la esperanza de mejores horizontes para su desarrollo y el de sus hijos. Esta desición de partir, a veces con pleno conocimiento de todos los riesgos que implica y en otros sin una plena visión de ellos, es trascendente para la mujer que la toma, muchas veces la marca y traumatiza, pues significa el seguro no volver, lo desconocido, mejores condiciones de trabajo, la llegada a otro mundo, otras costumbres, otras culturas.
El informe del UNFPA, del que hemos tomado el nombre de este artículo es amplio, profundo e integral, pues aborda la cuestión de las mujeres y la migración internacional desde diferentes perspectivas, dedicando apartados a los aspectos de la mujer migrante internacional y su explotación como trabajadoras en el servicio doméstico, a las refugiadas y solicitantes de asilo, la violación contra ellas y las niñas, la salud reproductiva que incluye la prevención del VIH, su repatriación, integración y asentamiento, la necesidad de incorporar las cuestiones de género en la gestión migratoria y la aceptación de su diversidad y la mitigación de sus diferencias culturales.
En cuanto a las remesas, el informe del UNFPA señala que “pese a la escasez de datos, algo es evidente: el dinero que las mujeres migrantes envían al lugar de origen puede elevar por encima de la pobreza a las familias, y hasta a comunidades enteras. De un total de 1,000 millones de dólares E.E.U.U. en remesas enviadas a Sri Lanka en 1999, las mujeres aportaron más de 62%. De aproximadamente 6,000 millones de dólares remitidos anualmente a Filipinas a fines del decenio de 1990, las mujeres migrantes aportaron una tercera parte. Debido a que suelen recibir menos paga por igual trabajo (o a que están empleadas en sectores deficientemente remunerados), el importe total que remiten las mujeres puede ser inferior en comparación con el de los hombres. Sin embargo, los datos disponibles indican que las mujeres envían una proporción mayor de sus ingresos, regular y sistemáticamente”.
Uno de los problemas con mayor complejidad en la migración internacional son las condiciones socioculturales, ya que al llegar al país destino mujeres inmigrantes de diferentes grupos étnicos, sociales, religiosos y culturales se generan tensiones y a veces confrontamientos, que se traducen en roces por las diferentes prácticas, costumbres y tradiciones, incluyendo los que violentan o violan sus mismos derechos humanos y que muchas veces son ilegales en el marco de la legislación local.
El informe del UNFPA nos habla de la feminización de la migración: “en los últimos 40 años, la cantidad de mujeres que han migrado es casi igual a la de hombres. La mayoría de ellas se traslada para ir al encuentro de sus esposos en los países de destino: Australia, el Canadá, Nueva Zelandia y los Estados Unidos. Hacia el año 2005, la cantidad de mujeres migrantes era ligeramente superior a la de hombres migrantes en todas las regiones del mundo, a excepción de África y Asia.
“Entre las regiones desarrolladas, América del Norte es excepcional en cuanto a que desde 1930, la cantidad de mujeres migrantes ha sido superior a la de los hombres migrantes y sigue siéndolo, tanto en el Canadá como en los Estados Unidos.
“Las mujeres de América Latina y el Caribe también tienen mucha movilidad. Hacia 1990, las mujeres migrantes de América Latina fueron las primeras del mundo en desarrollo cuyas cantidades alcanzaron paridad con la de los hombres migrantes. Los países de destino fueron los de Europa, América del Norte y otros de América del Sur. La tendencia a la feminización también es muy llamativa entre migrantes que se desplazan desde Centro América y América del Sur hacia España, pues en 2001 las mujeres constituían casi un 70% de todos los migrantes procedentes de Brasil y de la República Dominicana. Las mujeres de esta región también predominan claramente en las corrientes migratorias hacia Italia, donde en el año 2000 un 70% o más de las personas provenientes de 13 de los 30 países de origen era mujeres”.
Será conveniente que con motivo del Día Internacional del Migrante el informe Estado de la Población Mundial 2006 del UNFPA sea analizado por los funcionarios a quienes corresponde establecer las políticas públicas correspondientes y no considerar como “natural” o “cultural” el caso de los migrantes como lo expresa Ana María Aragonés y menos tomar como un éxito el aumento en millones de dólares de las remesas que enviarán nuestros paisanos este año. Eso no es un éxito, es un indicador de la ineficacia para arraigar y retener a los mexicanos mediante empleos bien pagados.

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