Apenas el pasado 31 de mayo el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) envió un equipo emergente a Timor Oriental, país situado en una isla del archipiélago de La Sonda en Insulindia, continente Oceánico. La población de este país está formada por papúes, indonesios y portugueses y está dividido en dos zonas. La mitad, oriental, perteneció a Portugal y tiene como capital a Dili. La otra mitad pertenece a Indonesia y su capital es Kupang.
El envío del equipo emergente obedece a que una ola de violencia en Timor Occidental ha generado miles de refugiados en Timor Oriental, al mismo tiempo que por lo menos 200 mil exrefugiados han retornado a éste, su país de origen, una vez que logró su libertad hace apenas algunos años. Todo lo anterior implica ayuda médica, alimentos, vivienda y de todo tipo de manera inmediata.
Por otra parte, también el pasado mes de mayo, pero el día 30, según la agenda noticiosa Prensa Latina, en la lejana Angola, el ministro de Asistencia y Reinserción Social Joao Baptista Kussumua entregó en la comunidad de Sungui un conjunto habitacional construido por el ACNUR a un grupo de refugiados de la República Democrática del Congo que desde 1977 permanecieron en el poblado mencionado como desplazados. Hoy, 29 años después, este grupo de refugiados ha adquirido su nueva nacionalidad merced a un convenio internacional, después de una dura lucha contra la persecución y de una valerosa actitud de resistencia permanente.
No podemos dejar de mencionar, entre otros tantos casos, el del campo de refugiados de Gorinkani en Bosnia, donde habitan aproximadamente 350 refugiados en barracas donde sufren pobreza, insalubridad, hacinamiento y falta de oportunidades para su desarrollo. Estos refugiados korsovares de etnia gitana son rechazados por ello, tanto por servios como por albaneses, de los que al huir quedaron rezagados y copados en el campo mencionado.
Estos últimos refugiados son, además, apátridas; no cuentan con documentos oficiales y sus condiciones de calidad de vida los condena a la extinción, a pesar de la ayuda del ACNUR, la Cruz Roja Internacional y otras agrupaciones benefactoras.
Los tres casos mencionados, sirven de ejemplo para demostrar la existencia de miles de refugiados que por diferentes causas sufren persecución y pueden ser o han sido víctimas de tortura, discriminación y exclusión, además de subsistir en condiciones de vida ínfimas, pues la mayoría de ellos se ubican o encuentran refugio en países o regiones que también presentan situaciones de pobreza y grandes carencias. Los refugiados pueden ser de otro país u otra región dentro del mismo país y, por lo regular, se presentan en grandes grupos.
El problema de los refugiados llamó la atención después de la primera guerra mundial y fue la Sociedad de Naciones (SN) quien estableció en 1921 un Alto Comisionado para encargarse de ellos. A partir de entonces el apoyo a los refugiados se ha canalizado en dos vertientes: La primera, creando las instituciones necesarias para su cuidado; la segunda, generando los instrumentos normativos internacionales mediante los cuales los Estados tratan el problema y lo resuelven, dada su complejidad y existencia, aunque a veces parezca invisible o que ha sido superado.
Al finalizar la segunda guerra mundial y presentarse el problema de miles de refugiados y repatriados, la SN fue rebasada, así como los instrumentos normativos que para casos particulares se habían signado. Lo anterior se trató de resolver cuando la Organización de las Naciones Unidas (ONU) adoptó el 28 de julio de 1951 la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados, vigente desde el 22 de abril de 1954, la cual fue completada por el Protocolo sobre el Estatuto de los Refugiados que entró en vigor el 4 de octubre de 1967.
Y precisamente de acuerdo a la Convención mencionada un refugiado es una persona que “debido a fundados temores de ser perseguido por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un determinado grupo social y opiniones políticas se encuentra fuera del país de su nacionalidad y no pueda o, a causa de dichos temores, no quiera acogerse a la protección de su país; o que careciendo de nacionalidad y hallándose a consecuencia de tales acontecimientos fuera del país donde antes tuviera su residencia habitual, no pueda o a causa de dichos temores no quiera regresar a él…”
En México, la Legislación ya admite el concepto pero no el estatuto de refugiados, a diferencia de la noción y el régimen de asilado. Lo anterior se explica, en parte, porque hasta el momento nuestro país no ha ratificado la Convención de 1951 ni el Protocolo de 1967, aunque si ratificó en 1957 la Convención de Asilo Diplomático y Asilo Territorial adoptada en la X Convención Internacional Americana de Caracas en 1954, y en 1981 la Convención Americana sobre Derechos Humanos o Pacto de San José de Costa Rica de 1969, vigente a partir de 1978.
Ante esta situación y la oleada de refugiados centroamericanos y sudamericanos, en los años setenta México, creo el 22 de julio de 1980 la Comisión de Ayuda a los Refugiados. Sin embargo, con fundamento en un acuerdo a partir de 1982 el ACNUR estableció una oficina en México que con mayor o menor éxito ha funcionado desde entonces, pero cuya existencia es incongruente, pues México no ha signado la Convención y el Protocolo correspondiente, como ya se ha mencionado.
Por otra parte, en 2001 se conmemoró el Cincuentenario de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados, al mismo tiempo que la Organización de la Unidad Africana venía celebrando el 20 de junio como Día Internacional de los Refugiados en África, por lo que la Asamblea General de la ONU el 4 de diciembre de 2000 acordó que a partir de 2001 el 20 de junio se tome como Día Mundial del Refugiado (no que se celebre, pues no hay nada que celebrar).
En diciembre de 2004 veinte gobiernos de la región latinoamericana adoptaron el Plan de Acción de México, estrategia innovadora que otorga prioridad a las ciudades y a las fronteras. Comprende programas como Investigación y Desarrollo Doctrinal, Formación y Fortalecimiento Institucional, “Ciudades Solidarias” (Programa de autosuficiencia e integración local) y “Reasentamientos Solidarios” (Programa regional).
En el último informe presentado por el ACNUR el pasado mes de abril en Londres “La situación de los refugiados en el mundo: desplazamiento humano en el nuevo milenio”, su titular António Guterres manifiesta que en este momento existe 9.2 millones de refugiados en el mundo, la cifra más reducida en los últimos 25 años, a lo que ha coadyuvado la repatriación de miles de ellos a sus países de origen, como Sierra Leona, Afganistán, Angola, etc.
En el mismo informe se manifiesta que en torno de los refugiados se presentan dos problemas paralelos: los 25 millones de desplazados en su mismo país que buscan apoyo en el ACNUR, si bien no poseen la categoría de refugiados y el reacomodo de los repatriados que al retornar a sus países de origen se enfrentan a problemas de ubicación, trabajo, salud, educación, etc. y, lo que es más paradójico, a discriminación y exclusión de sus propios compatriotas.
Actualmente el ACNUR se encarga de más de 19 millones de refugiados y otras personas bajo su protección, incluyendo más de 5.5 millones de desplazados internos, en más de 116 países. Conviene señalar que la cuestión de los refugiados se vincula a la xenofobia, migración, la violencia interna de los países, la identidad colectiva, los derechos humanos, la pobreza, el asilo, etc.
El envío del equipo emergente obedece a que una ola de violencia en Timor Occidental ha generado miles de refugiados en Timor Oriental, al mismo tiempo que por lo menos 200 mil exrefugiados han retornado a éste, su país de origen, una vez que logró su libertad hace apenas algunos años. Todo lo anterior implica ayuda médica, alimentos, vivienda y de todo tipo de manera inmediata.
Por otra parte, también el pasado mes de mayo, pero el día 30, según la agenda noticiosa Prensa Latina, en la lejana Angola, el ministro de Asistencia y Reinserción Social Joao Baptista Kussumua entregó en la comunidad de Sungui un conjunto habitacional construido por el ACNUR a un grupo de refugiados de la República Democrática del Congo que desde 1977 permanecieron en el poblado mencionado como desplazados. Hoy, 29 años después, este grupo de refugiados ha adquirido su nueva nacionalidad merced a un convenio internacional, después de una dura lucha contra la persecución y de una valerosa actitud de resistencia permanente.
No podemos dejar de mencionar, entre otros tantos casos, el del campo de refugiados de Gorinkani en Bosnia, donde habitan aproximadamente 350 refugiados en barracas donde sufren pobreza, insalubridad, hacinamiento y falta de oportunidades para su desarrollo. Estos refugiados korsovares de etnia gitana son rechazados por ello, tanto por servios como por albaneses, de los que al huir quedaron rezagados y copados en el campo mencionado.
Estos últimos refugiados son, además, apátridas; no cuentan con documentos oficiales y sus condiciones de calidad de vida los condena a la extinción, a pesar de la ayuda del ACNUR, la Cruz Roja Internacional y otras agrupaciones benefactoras.
Los tres casos mencionados, sirven de ejemplo para demostrar la existencia de miles de refugiados que por diferentes causas sufren persecución y pueden ser o han sido víctimas de tortura, discriminación y exclusión, además de subsistir en condiciones de vida ínfimas, pues la mayoría de ellos se ubican o encuentran refugio en países o regiones que también presentan situaciones de pobreza y grandes carencias. Los refugiados pueden ser de otro país u otra región dentro del mismo país y, por lo regular, se presentan en grandes grupos.
El problema de los refugiados llamó la atención después de la primera guerra mundial y fue la Sociedad de Naciones (SN) quien estableció en 1921 un Alto Comisionado para encargarse de ellos. A partir de entonces el apoyo a los refugiados se ha canalizado en dos vertientes: La primera, creando las instituciones necesarias para su cuidado; la segunda, generando los instrumentos normativos internacionales mediante los cuales los Estados tratan el problema y lo resuelven, dada su complejidad y existencia, aunque a veces parezca invisible o que ha sido superado.
Al finalizar la segunda guerra mundial y presentarse el problema de miles de refugiados y repatriados, la SN fue rebasada, así como los instrumentos normativos que para casos particulares se habían signado. Lo anterior se trató de resolver cuando la Organización de las Naciones Unidas (ONU) adoptó el 28 de julio de 1951 la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados, vigente desde el 22 de abril de 1954, la cual fue completada por el Protocolo sobre el Estatuto de los Refugiados que entró en vigor el 4 de octubre de 1967.
Y precisamente de acuerdo a la Convención mencionada un refugiado es una persona que “debido a fundados temores de ser perseguido por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un determinado grupo social y opiniones políticas se encuentra fuera del país de su nacionalidad y no pueda o, a causa de dichos temores, no quiera acogerse a la protección de su país; o que careciendo de nacionalidad y hallándose a consecuencia de tales acontecimientos fuera del país donde antes tuviera su residencia habitual, no pueda o a causa de dichos temores no quiera regresar a él…”
En México, la Legislación ya admite el concepto pero no el estatuto de refugiados, a diferencia de la noción y el régimen de asilado. Lo anterior se explica, en parte, porque hasta el momento nuestro país no ha ratificado la Convención de 1951 ni el Protocolo de 1967, aunque si ratificó en 1957 la Convención de Asilo Diplomático y Asilo Territorial adoptada en la X Convención Internacional Americana de Caracas en 1954, y en 1981 la Convención Americana sobre Derechos Humanos o Pacto de San José de Costa Rica de 1969, vigente a partir de 1978.
Ante esta situación y la oleada de refugiados centroamericanos y sudamericanos, en los años setenta México, creo el 22 de julio de 1980 la Comisión de Ayuda a los Refugiados. Sin embargo, con fundamento en un acuerdo a partir de 1982 el ACNUR estableció una oficina en México que con mayor o menor éxito ha funcionado desde entonces, pero cuya existencia es incongruente, pues México no ha signado la Convención y el Protocolo correspondiente, como ya se ha mencionado.
Por otra parte, en 2001 se conmemoró el Cincuentenario de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados, al mismo tiempo que la Organización de la Unidad Africana venía celebrando el 20 de junio como Día Internacional de los Refugiados en África, por lo que la Asamblea General de la ONU el 4 de diciembre de 2000 acordó que a partir de 2001 el 20 de junio se tome como Día Mundial del Refugiado (no que se celebre, pues no hay nada que celebrar).
En diciembre de 2004 veinte gobiernos de la región latinoamericana adoptaron el Plan de Acción de México, estrategia innovadora que otorga prioridad a las ciudades y a las fronteras. Comprende programas como Investigación y Desarrollo Doctrinal, Formación y Fortalecimiento Institucional, “Ciudades Solidarias” (Programa de autosuficiencia e integración local) y “Reasentamientos Solidarios” (Programa regional).
En el último informe presentado por el ACNUR el pasado mes de abril en Londres “La situación de los refugiados en el mundo: desplazamiento humano en el nuevo milenio”, su titular António Guterres manifiesta que en este momento existe 9.2 millones de refugiados en el mundo, la cifra más reducida en los últimos 25 años, a lo que ha coadyuvado la repatriación de miles de ellos a sus países de origen, como Sierra Leona, Afganistán, Angola, etc.
En el mismo informe se manifiesta que en torno de los refugiados se presentan dos problemas paralelos: los 25 millones de desplazados en su mismo país que buscan apoyo en el ACNUR, si bien no poseen la categoría de refugiados y el reacomodo de los repatriados que al retornar a sus países de origen se enfrentan a problemas de ubicación, trabajo, salud, educación, etc. y, lo que es más paradójico, a discriminación y exclusión de sus propios compatriotas.
Actualmente el ACNUR se encarga de más de 19 millones de refugiados y otras personas bajo su protección, incluyendo más de 5.5 millones de desplazados internos, en más de 116 países. Conviene señalar que la cuestión de los refugiados se vincula a la xenofobia, migración, la violencia interna de los países, la identidad colectiva, los derechos humanos, la pobreza, el asilo, etc.
El próximo 20 de junio, Día Internacional del Refugiado, pensemos en la situación de millones de ellos para quienes no se vislumbra una solución inmediata, pues existen por lo menos 33 casos que se han prolongado por años (Congo y Sudán por ejemplo), y que afectan a grupos de por lo menos 25 000 personas, que han sido exiliados por 5 años o más y que sufren pobreza, discriminación y exclusión y que luchan por mantener su identidad que los caracteriza y constituye el vinculo que los unifica y solidariza entre sí, presentando una resistencia cultural permanente.
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