domingo, 11 de diciembre de 2005

Rubén Bonifaz Nuño: poeta y humanista

“El Colegio Nacional no es corona de laureles, anticipo de descanso; lograr alguna forma de saber exige esfuerzo, investigación tesonera. Y a ello acompaña la obligación de trasmitir lo que para la comunidad se ha logrado. La meta es ampliar sin límites el universo de la libertad por los caminos del espíritu cuyas supremas riquezas –en verdad las únicas auténticas-, son el saber, el amor y la belleza. Rubén Bonifaz Nuño ha recorrido ya como forjador de cantos, filólogo y humanista algunos de estos caminos. Su destino es proseguir la marcha y ello para bien de las gentes todas de esta tierra nuestra prometida”.
Este mensaje con el que culmina su discurso de bienvenida fue pronunciado por Miguel León Portilla, otro ilustre mexicano, el 3 de noviembre de 1972 para recibir en El Colegio Nacional a Rubén Bonifaz Nuño, veracruzano homenajeado por el Congreso Local el pasado día 3 con la medalla “Adolfo Ruiz Cortines”.
Conocido y reconocido como poeta, Bonifaz Nuño ha estado vinculado toda su vida a la Universidad Nacional Autónoma de México. Ha traducido a los grandes poetas latinos, pero también ha brevado de nuestros antepasados locales. En otra parte de su discurso, León Portilla expresa al respecto:
“Personalísima y honda es la poesía de Rubén Bonifaz Nuño, escapando de pretendidas precisiones conceptuales, viajero que va en pos de su tierra prometida, marcha con su vivencia, y su palabra se convierte en símbolo al igual que la voluta florida de los códices.
“Como hoy lo va a hacer en su discurso, también en su poesía toma de la alforja grecolatina y así mismo de las flores y cantos ancestrales para buscar, como ha llegado a decirlo, que ‘el rostro anime a las preguntas’. Forjador de cantos es ciertamente Rubén pero igualmente, para hurgar en la raíces ha pasado a ser filólogo, lingüista e historiador del mundo clásico”.
Pero como ya lo manifiesta León Portilla, Bonifaz Nuño además de poeta es humanista, por lo que ha reflexionado en torno al hombre, la libertad, la justicia y la educación. Cuenta en su haber como investigador ser experto en la cultura olmeca y en general de las obras literarias de los pueblos prehispánicos. Como su obra poética ha contado con mayor difusión y a través de ella se le conoce más, en referencia a su pensamiento como humanista y maestro hemos tomado su conferencia de ingreso a El Colegio Nacional y sus palabras al recibir el Premio Nacional de Letras, pues el pronunciado al ingresar a la Academia Mexicana de la Lengua en 1963, merece un análisis en un espacio mayor.
En su conferencia de ingreso a El Colegio Nacional, La Fundación de la Ciudad, Bonifaz Nuño juega con el concepto “ciudad” como metáfora del destino del hombre, meta y objetivo de su existencia:
“Si. El hombre camina guiado por la raíz de una visión hacia algo que existe y que se le ha dicho que gracias a él existirá. Atraviesa por entre guerras y amores y enfermedades; es acosado por los poderes muchas veces incomprensibles del mundo exterior; va dejando en la ruta, como señales de su paso a quienes más débiles en el cuerpo o en el alma, no han mantenido en su interior el impulso necesario para llegar. ¿Llegar a dónde? Y esta pregunta última, la que inquiere la finalidad misma del camino, es la interrogación fundamental, aquella cuya respuesta pueda acaso ser válida para iluminarnos en algo aún ahora; para aclarar en alguna manera el posible profundo de la existencia”.
Más adelante el humanista manifiesta “Como si la verdad se manifestara en dos alturas de conocimiento: la de la esperanza y la de la fe. Así, mientras el hombre recorre el camino lo hace impulsado por un conocimiento en cierta forma precario, alentado solo por una imperiosa esperanza cuyo objeto ni siquiera alcanza a adivinar por completo; pero cuando llega al término de la peregrinación y encuentra la señal expresa o tácita de que en efecto lo ha alcanzado entonces cambiada la esperanza en posesión, el conocimiento logra la mayor altura y se trasforma en fe, en asunción plena del mundo y de lo que en él pueda surgir”.
Para Bonifaz Nuño la obra del hombre, el tiempo y el Universo se vinculan en una conjunción, ya que “...la historia da al tiempo la función de poner en marcha la eternidad que cobra, por obra del hombre un sentido. El punto de conjunción de la obra del hombre con la acción del Universo iguala eternidad y tiempo, fijando a éste y confirmando y poniendo en movimiento a aquélla. El hombre forma parte activa y consciente del ser del Universo y de sus leyes”.
Como universitario, conocedor de las leyes pues primero estudió en la entonces escuela de Jurisprudencia de la UNAM, hombre de letras y humanista, Bonifaz Nuño siempre ha estado vinculado a la docencia, por ello, en sus palabras al recibir el Premio Nacional de Letras el 24 de noviembre de 1974 se manifiesta como un convencido de la educación para combatir la ignorancia como camino para lograr la justicia y la libertad:
“La justicia no es concebible sin la independencia y la independencia no puede darse en la ignorancia. Que el hombre se haga independiente con respecto de la ignorancia se presenta como la meta primera que debe de ser pretendida, una vez alcanzada, las demás formas de la independencia habrán de venir fatalmente y de suyo. El vencimiento de la ignorancia traerá pues la conquista de los derechos y la posibilidad de lograr con su cumplimiento las trasformaciones sociales conducentes a un porvenir de severa dignidad por que la dignidad puede fincarse solamente en el conocimiento”.
Más adelante sostiene que “La ignorancia sólo pude combatirse con la educación, sólo mediante ella ha de ser obtenido el cambio que el mundo requiere. Por medio de la educación deben extenderse lo beneficios de la cultura, el mayor de la cuales es la libertad en la justicia.
“Así, pues se advierte con evidencia: la obligación del, hombre de cultura, matemático, literato, médico, sociólogo, es consagrarse a ser maestro de sus hermanos menos afortunados; alentarlos y fortalecerlos para sus justas luchas; dotarlo de las armas de la paz y al conciencia, situarlo en la atmósfera de la ley que establece la dignidad y el respeto del hombre por sí mismo”.
Bonifaz Nuño también cree que “El oficio de extender la educación es método de extensión de la libertad del espíritu en su búsquedas esenciales. Es preparación de caminos para el advenimiento de un mundo renovado, en consecuencia, la obligación del hombre de pensamiento es esforzarse por saber más, para poder enseñar más; es, en suma, aspirar como máxima gloria a la humilde tarea del profesor”.
Para finalizar este acercamiento al pensamiento de Rubén Bonifaz Nuño, como humanista y maestro, trascribimos dos fragmentos del discurso referido, que hoy a principios de este siglo, cobran vigencia plena:
“No habrá bienestar, no habrá dignidad humana si no hay educación. Nosotros, nuestro país, hemos de crecer en la conciencia de ese principio”.
“Nuestra fuerza es el espíritu. Acaso, en el mundo de hoy, alguien considere que es una fuerza pequeña. Pero es la única fuerza nuestra y tenemos que usarla. Afirmémonos recordando que muchas veces el espíritu humano ha triunfado. Ese espíritu que de modo casi inverosímil se comporta como si fuera a durar eternamente, acaso porque sabe que ha de permanecer para siempre”.
Únicamente nos resta decir que el mejor homenaje a nuestro paisano cordobés, es la lectura de su obra. ¡Hagámoslo!

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