domingo, 16 de enero de 2005

Infancia amenazada: pobreza, guerras y sida

A unos cuantos meses de que se cumplan 15 años de que entrara en vigor la Convención de los Derechos del Niño-el 2 de septiembre en todos los países miembros de la Organización de las Naciones Unidas y el 20 de octubre en el nuestro- conviene reconocer y analizar cual es el estado actual de la infancia en cuanto al cumplimiento de sus derechos fundamentales y cuáles son los principales factores que amenazan su desarrollo actual y futuro.
Como ya lo expresamos en nuestra entrega del pasado 25 de abril de 2004, el concepto de niñez ha evolucionado al mismo tiempo que la sociedad, sus valores y principios. Los niños y las niñas han dejado de ser el complemento simple y “necesario” de la pareja para conformar una familia o los ayudantes del padre y de la madre en las faenas diarias para obtener el sustento. También, los infantes han dejado atrás su rol del miembros de la familia que nada tienen que opinar, pero si que obedecer y hacer.
Hemos expresado ya anteriormente, que hoy las niñas y los niños, tanto individual como colectivamente, son personas con derechos y obligaciones y constituyen auténticos actores sociales para los que se tiene que legislar y establecer políticas públicas.
Para poder analizar la situación actual de la infancia existen varios referentes o parámetros. También se puede abordar desde diferentes dimensiones. Pero hoy nos referimos concretamente al cumplimiento de sus derechos y para ello hemos consultado el informe que el Fondo de las Naciones Unidas por la Infancia (Unicef) he presentado recientemente y que constituye una amplia y profunda fuente de información: Estado Mundial de la Infancia 2005. La Infancia Amenazada, al cual alude el título de esta entrega.
Este documento tiene como eje los derechos de los niños y las niñas, de ahí que nos interesen dos tópicos: el análisis que se presenta de la Convención de los derechos de los niños, que si bien ya es conocida por expertos y estudiosos, no lo es por las autoridades educativas (algunas), padres de familia, legisladores (algunos) y sectores de estudiantes vinculados con este asunto. El segundo aspecto se refiere a factores que obstaculizan a escala mundial, pero también nacional, la vigencia de los derechos establecidos en la Convención.
Desde hace tiempo, se manejaban ya algunos criterios pedagógicos, sicológicos y también sociales en torno a la infancia, pero a partir de la promulgación de la Convención, quedan establecidos de manera definitiva, lo cual deriva en políticas públicas, desgraciadamente, sólo en algunos países. A partir de la Convención de define a la niñez como un “espacio” diferenciado en la vida del hombre separado de su vida adulta, lo que se traduce en necesidades, problemas y soluciones específicos y adecuados para ella, no únicamente educativos y de salud, que es lo primero en que todos pensamos, sino también en otros aspectos: reclutamiento, participación en luchas ramadas, inducción a la prostitución. Si la infancia es una etapa del hombre diferente de la adulta, significa que además de compartir derechos con los adultos, los niños tienen derechos especiales y específicos.
También, la Convención ratifica el papel de la familia en la vida de la niñez y sus obligaciones básicas, pues de ella depende el futuro de los niños y niñas. Recordemos que la familia forma o distorsiona, marca la conducta del futuro ciudadano, define perfiles del fututo padre o madre. Por otra parte, la Convención establece que independientemente de cualquier circunstancia, situación o escenario los niños y niñas tienen derechos de los cuales son titulares, dejando de ser receptores pasivos de la asistencia familiar o social, de la caridad, y han pasado a ser protagonistas, actores de su propio desarrollo. “Los niños y las niñas tienen el derecho a influir en las decisiones que afectan a sus vidas, según edad y su grado de madurez”.
A los infantes, además de considerarlos individuos titulares de derechos de acuerdo a la Convención, se le debe tomar como parte de una colectividad o comunidad que busca la democracia, por eso “la tarea de los adultos es establecer y promover espacios para facilitar que los niños y las niñas expresen sus puntos de vista, asegurarse de que se les consulte y garantizar que influyan en las decisiones relacionadas con las cuestiones que les afectan según su edad y desarrollo”.
Otras cualidades de la Convención, están plasmadas en el señalamiento de los atributos de la niñez y las obligaciones de todos para con ella. Lo anterior desemboca en la búsqueda de un entorno protector de la niñez que asegure su desarrollo armónico.
Este entorno protector debe integrarse por los siguientes elementos: capacidad de las familias y las comunidades; compromiso y capacidad de los gobiernos; legislación y medidas de seguridad; actitudes y costumbres; debate sobre la niñez que incluya a la sociedad civil y los medios de comunicación; conocimientos para la vida práctica y de carácter general y participación de los niños; servicios esenciales; y vigilancia y sistemas transparentes de denuncia y supervisión.
Pero a pesar de que la Convención cumplirá próximamente quince años de vigencia y la pretensión permanente de montar este entorno protector que hemos señalado, existen factores que ponen en peligro la plenitud de los derechos de los niños y las niñas. De acuerdo al mencionado informe Estado Mundial de la Infancia 2005, entre estos factores tres son los más relevantes: la pobreza, las guerras y el VIH/Sida, que incluye y derivan en otros.
La pobreza afecta actualmente a mil millones de niñas y niños que carecen de uno u otro servicio básico para sobrevivir, desarrollarse o prosperar: vivienda adecuada, agua potable, servicios de salud, nutrición adecuada, ingreso a servicios de educación básica. Citamos dos datos alarmantes: alrededor de 121 millones de niños y niñas no asisten a los servicios básicos de educación (primaria) y cada día mueren de enfermedades previsibles aproximadamente 29,000 infantes.
Otro aspecto que hasta hace poco no era considerado como factor de amenaza para la niñez son los conflictos armados. Las guerras afectan a la niñez al perder sus familiares, pertenencias, viviendas, tierras y así, tenemos que los niños y niñas pasan a ser considerados o a formar parte de la población refugiada o desplazada internamente, pero lo más grave es cuando los niños de menos de 15 años se convierten en soldados combatientes. Otro dato alarmante: a partir de 1990 el 45% de muertos en conflictos armados son niñas y niños (1.6 de 3.6 millones de fallecidos).
Por otro lado, Fermín Salas de la revista El País Semanal informa que a partir del inicio de la Intifada en 2000 los índices de mortalidad infantil son de 25.2 cada mil nacimientos, y de 2,109 escuelas básicas se han clausurado 850, 8 se han convertido en cuarteles, 185 han sido destruidas parcialmente y 11 han sido demolidas. También el mismo periodista informa que 2,500 niños han sido arrestados o detenidos.
En cuanto al VIH/Sida, se informa que ha pasado a convertirse en la principal causa de mortalidad en todo el mundo para las personas de 15 a 49 años. En África subsahariana, región donde impera esta pandemia, ha provocado un aumento desmesurado en la mortalidad infantil, una grave reducción de la esperanza de vida de niñas y niños y una presencia de millones de huérfanos. En este momento existen en el mundo más de dos millones de infantes con VIH/Sida y el 50% de los recién nacidos seropositivos mueren antes de cumplir dos años.
Desde luego, estos factores se presentan con diferente intensidad en cada región o país, prevaleciendo la pobreza como el primer de ellos. La Unicef propone soluciones por las que ha venido luchando desde tiempo atrás y otras que se tienen que adoptar.
En primer lugar, aboga porque se cumpla cabalmente la vigencia de los derechos de las niñas y los niños, además de los convenios, tratados, convenciones y protocolos paralelos o derivados de la Convención, como la Declaración del Milenio y su objetivo “un mundo apropiado para los niños”, además de iniciativas regionales y locales.
El mismo organismo, partiendo del principio ya mencionado de que el cumplimiento de los derechos de las niñas y los niños es más una responsabilidad colectiva, social y política y no únicamente individual, de los padres y las familias, propone cinco acciones, no solamente para este año, sino a mediano y largo plazo.
Esas propuestas son que: se reafirmen las responsabilidades morales y jurídicas hacia la infancia y volver a comprometerse con ellas; todos los países apliquen un enfoque de desarrollo social y económico basado en los derechos humanos; los gobiernos adopten políticas sociales responsables que consideren concretamente a la infancia; los donantes y los gobiernos inviertan fondos adicionales en la infancia; y que todos cumplan sus obligaciones hacia la infancia.
Existen personas y grupos o instituciones que considera imposible lograr lo anterior, pero la Unicef antepone a la obligación y responsabilidad de padres, familias, sociedad y gobiernos la voluntad como factor determinante para concretar sus propuestas en todos los ámbitos, y nosotros agregamos que se requiere voluntad social y política para construir un mundo apropiado para la niñez.
Al respecto señalamos tres puntos:
1. Que toda la sociedad conozca el contenido de la Convención sobre los derechos de los niños que entró en vigor en 1990
2. Derivado de lo anterior, se debe generar una cultura de los derechos humanos de las niñas y los niños. Estos dos puntos ya los hemos expresado con antelación y, aunque se nos critique, los reiteramos. Recordemos que todos los niños tienen capacidad de poseer derechos específicos, pero que todos, también, debemos coadyuvar a la posesión efectiva de tales derechos
3. Que en todas las instituciones educativas se realicen seminarios o talleres para analizar tanto la Convención como el Informe Estado Mundial de la Infancia 2005, al que nos hemos referido, pues su contenido debe ser analizado en escuelas normales, universidades pedagógicas, escuelas de sociología, pedagogía, etc.
Y por último, ¿sería posible contar con un informe sobre la situación de la Infancia Veracruzana 2005 (por mencionar una posible denominación)? Sabemos que implica un trabajo y una coordinación interinstitucional adecuada y una metodología específica, pero creemos que sería una aportación para llegar a generar una política de Estado, real y específica, integral, sobre la infancia. El futuro de niñas y niños, ciudadanos del mañana, lo justifica, no pensando en el amor, la caridad y la asistencia social, sino en la justicia y la democracia.

0 comentarios: