domingo, 12 de septiembre de 2004

Identidad nacional y migración

Fue a partir de las dos últimas décadas del siglo pasado que el concepto de “identidad” se empezó a utilizar o aplicar no únicamente en las ciencias sociales, sino en otros campos de estudios y en el habla cotidiana, así como en los discursos político y educativo. Así, nos encontramos con la identidad política, identidad de género, identidad juvenil, respeto a la identidad, etc.

La identidad es un proceso que tiene variadas connotaciones: social, política, económica, etc. y puede ser individual y colectiva, implicando una diferenciación o distinción en cuanto uno o varios referentes: territorio, sexo, edad, posibilidades económicas, estudios, preferencias estéticas, filiaciones políticas, etc.
Lo anterior se refleja en el comportamiento, lenguaje, ropa, hábitos, amigos, gustos, joyas, simpatías por un equipo deportivo, etc. Algunos rasgos, incluso son resaltados por las personas o grupos para hacer ver a todos su pertenencia a un grupo o su origen: barrio, club, partido político, etnia; lo que importa es identificarse y diferenciarse. Quien no tenga una identidad que lo distinga y lo haga diferente pasa inadvertido, ignorado y no es considerado: ¡nadie me pela!, ¿por qué no me invitaron?, ¡nadie se fija en mi!
Hoy, todas las personas y grupos buscan una identidad que los distinga, los marque, haga diferentes, los haga valer, que se traduzca en un aquí estoy, véanme, somos mejores que los otros.
La identidad tiene varias dimensiones, de las cuales resaltan cuatro. La primera es un referente territorial, geográfico; establece fronteras físicas o simbólicas. Esta dimensión se refiere a una región, ciudad, barrio, fraccionamiento o colonia: por su ropa se ve que es norteño, habla como jarocho, es de San Bruno, viene de la colonia Juárez. O también nací en la Guerrero, soy del meritito Tepito, en este barrio mandamos nosotros y nadie más.
Otra dimensión es la que implica una selección. El individuo o grupo elige una identidad y de acuerdo a ella determina preferencias de amistad, lengua, vestuario, diversiones, asistencia a reuniones, deportes, instituciones educativas, club social, tiendas, etc.
También, la identidad hace que el grupo o individuo integre un perfil, una personalidad, un proyecto de vida social o político que lo distinga, que lo haga diferente.
La cuarta dimensión es la exclusión, la que hace que un grupo o individuo rechace a los que son diferentes, a los que su identidad es distinta o incluso, contraria, los que hablan o visten de otra manera o los que no comparten la misma posición social o política, los de otra ideología.
De acuerdo a lo anterior, la identidad tubo su origen en lo local, lo territorial, pero de acuerdo a los estudios identitarios modernos, hoy aparece otro factor que da origen a una variedad de identidades y que es el proyecto de vida de los individuos o grupos, lo que en ocasiones complementa o rebasa a lo meramente locativo. El proyecto de vida conlleva un propósito u objetivo de libertad, ideales, convivencia, plenitud de principios, lucha política, transformación de la sociedad, transición a la democracia.
De esta manera, la vida moderna, sobretodo el ámbito social y político, permite que los individuos además de tener una identidad de origen puedan seleccionar otra que les convenga o guste. Podemos hablar, así, de una identidad abierta, y de personas que cambian de una a otra, según sus preferencias o intereses, aun conservando en el fondo la auténtica que los caracteriza. Incluso, se llega a hablar de crisis de identidad.
Cuando un individuo cambia realmente de identidad, tiene que renovar su imagen (interna y externa), redefinir el grupo o grupos a los que pertenece y establecer nuevas formas de obtención de recursos. Esto, se vincula a lo que algunos teóricos llaman, aludiendo al pasado más remoto del hombre, un nomadismo moderno, para pasar de una tribu a otra, lo cual se puede observar con mayor fuerza en las metrópolis y en el terreno político.
Pero de todas la identidades que existen y más que la misma evolución del concepto, nos interesa en esta ocasión la identidad nacional, esa que surge de un proceso histórico que ha construido imágenes colectivas del yo nacional y en la que convergen factores políticos y culturales. La identidad nacional es colectiva y se integra de muy diversos símbolos e imágenes, productos de un pasado común, y cada uno de ellos acorde a los intereses de individuos y grupos. En México, algunos reniegan de ella y otros la enaltecen.
Hoy la identidad nacional es un concepto en crisis, pero que se tiene que reconstruir bajo nuevos paradigmas. Se vincula a los conceptos de patria, nacionalismo, historia nacional, héroes patrios, mexicanidad, folclor, etnia. Desde luego, su análisis pasa por el estudio de un fenómeno que a todos nos involucra: la migración.
Para algunos, en estos momentos en la identidad nacional prevalece un elemento político y social más que geográfico y locativo. Para otros sigue prevaleciendo el ámbito de origen, como dijimos anteriormente: la ciudad, el barrio, el rancho, la región, lo que se traduce en el paisanaje.
La identidad nacional en México surge de la conjunción de la cultura popular y el nacionalismo, pasando a ser un elemento central del discurso político post revolucionario y de todo proyecto educativo y cultural. Así, surgen como símbolos de la identidad nacional el charro y la china poblana ligados a la cultura popular y el estereotipo del indio vinculado al nacionalismo cultural. A estos símbolos, hay que agregar a la virgen guadalupana, la fiesta del patrón de cada ciudad o región, y la celebración de las fiestas patrias.
Se tiene que reconocer que dos de los elementos que mayor influencia tuvieron en la conformación de la identidad nacional fueron el cine y la radio de los años cuarenta en adelante. Sus estereotipos generaron valores y modelos de conducta, vestuario, lenguaje: el charro, el hacendado, las canciones que se convirtieron en verdaderos himnos nacionales (¡yo soy así y no me parezco a nadie!, ¡Ay Jalisco no te rajes!, La Zandunga) etc.
Pero la identidad nacional también puede ser una carga o un marcaje negativo, lo que hace que la colectividad se solidarice y se proteja mutuamente, como sucede con los migrantes mexicanos en los Estados Unidos, que dentro del proceso de solidaridad recurren al fortalecimiento de su identidad de origen y también, o más, a su identidad regional. Dentro de este proceso se da una transculturización, surgiendo un movimiento cultural mexicano o chicano, que cada día se amplía y diversifica con la segunda y tercera generación de hijos de paisanos nacidos en aquellos rumbos.
Respecto a lo anterior, se han realizado diversos estudios que se refieren a las remesas que periódicamente envían a sus familias los mexicanos residentes en Estados Unidos y que constituyen un respiro para la economía regional. Otros trabajos se han centrado en la posibilidad de otorgarles el voto a los compatriotas residentes en Estados Unidos. También, se han referido a la identidad de género y a la identidad juvenil. Pero poco se ha escrito de los procesos de transculturalización, sobre todo en la segunda y tercera generación de mexicanos, que pasan ¿o sufren? un proceso de asimilación político, social y cultural complejo.
Por otra parte, en Estados Unidos también se han generado estudios sobre la migración y principalmente la de Latinoamérica, como la obra de Samuel P. Huntington ¿Quiénes somos? Los desafíos de la identidad nacional estadounidense donde desde otra perspectiva habla de la “invasión latina” y del peligro que los migrantes mexicanos representan para la identidad nacional, pero de Estados Unidos.
Pero, qué sucede con la identidad nacional o regional de los 800,000 veracruzanos o más que, según datos estadísticos oficiales del Inegi, del Colegio de la Frontera Norte y de la Coordinación de Atención a Migrantes del Gobierno del Estado, radican en Estados Unidos y que proceden en su mayoría de 24 municipios, entre los que se encuentran a la cabeza Las Choapas, Landero y Coss, Cuitláhuac, Misantla, Jilotepec, Coatepec, Atzalan, Carlos A. Carrillo, etc. y que se concentran en los estados de California, Carolina del Norte, Carolina del Sur, Indiana y otros.
Si bien, se cuenta con algunos datos relativos a estos miles de paisanos que por necesidades económicas, en su mayoría, han migrado al vecino país del norte, también se carece de muchos otros o se encuentran dispersos.
Respecto a los veracruzanos que laboran en Estados Unidos y en relación a su identidad regional conviene hacernos algunas preguntas: ¿qué piensan o recuerdan de su ciudad o municipio? ¿recuerdan con beneplácito las fiestas regionales o del santo patrono? ¿se sienten orgullosos de Landero y Coss o de Jilotepec? ¿extrañan a sus amigos y sus diversiones cotidianas en Las Choapas? ¿visten igual que en Alto Lucero o pretenden parecerse a los güeros del norte? ¿siguen escuchando la misma música que en Misantla o han asimilado la norteamericana? ¿estrañan los mariscos de la cuenca del Papaloapan o ya se acostumbraron a la comida rápida?
Otras cuestiones a observar y analizar podrían ser: ¿cómo y con qué adornan su cuarto?, ¿tienen a la mano colgada o prendida una foto de Atzalan, de su familia, de su novia?, ¿cuentan o portan en su cartera una imagen de la virgen de Guadalupe, de Monseñor Guizar y Valencia o del Cristo Negro de Otatitlán?
¿Cómo visten ahora y que modelos toma el 31.1% de lo veracruzanos que viven en Estados Unidos y que son mujeres y el restante 69.9% que son varones?, ¿estará satisfecho de sus labores el 38.3% de la población migrante veracruzana que se emplea en labores del campo y el 16.31% que labora en restaurantes?
Pero lo que es más interesante ¿están orgullosos de ser mexicanos y veracruzanos? ¿cómo les explican a sus hijos su nacimiento allá y su origen que se encuentra en Veracruz?, ¿quieren que sus hijos sean mexicanos o norteamericanos?, ¿se sienten parte de Estados Unidos o guardan un sentimiento de exclusión? Y lo que es más importante ¿piensan regresar o pretenden llevarse a su familia o bien mantenerla aquí y ellos seguir allá?
Y en relación al próximo 15 de septiembre ¿cómo lo celebrarán los 800,000 veracruzanos que se encuentran en Estados Unidos?

1 comentarios:

Anónimo dijo...

ME parece un artículo interesante ya que cómo mexicanos sdebemos de tener un fuerte interes por nuestra identidad y sobre todo dar un paso definitivo en la toma de decisiones para poder dejarle a nuestros descendientes una base de lo que es nuestra nación.
por ultimo si quisiera comentar que faltó profundizar un poco mas..
BIEN!!!!!!!