domingo, 15 de febrero de 2004

Eso que llaman sociedad civil

Si bien desde tiempo atrás el término sociedad civil se utiliza de manera cotidiana, en estos momentos su uso indistinto en declaraciones de funcionarios, líderes, partidos políticos y candidatos a puestos de elección popular llama la atención por la amplitud de sus connotaciones, que a veces resulta inmensamente ambigua y difícil de concretar.

Vienen al caso dos ejemplos: su uso en los discursos de algunos líderes o candidatos a puestos de elección popular y en la recientemente promulgada Ley Federal de Fomento a Actividades de Desarrollo Social Realizadas por Organizaciones Civiles (la Ley). En uno y otro ejemplo se usa como sinónimo de sociedad y a veces de pueblo, comunidad, ciudadanía, sociedad organizada, electorado. Desde luego el concepto está vinculado a la ciencia política y su principal manifestación está en las organizaciones no gubernamentales.
El uso más frecuente y un tanto distorsionado del concepto sociedad civil hace necesario una somera revisión de lo que representa y constituye en este momento, más allá de que un repaso a su evolución sería motivo de un trabajo mucho más amplio, pasando por Marx, Hegel, Kant, Gramsci y otros teóricos que se han ocupado de ella.
En la ciencia política actual y en el lenguaje común existe la dicotomía sociedad civil/Estado, por lo que la definición y alcances de la primera no se pueden establecer sin la referencia directa y concreta del segundo. Desde una perspectiva negativa se puede entender por sociedad civil, entonces, aquellas relaciones sociales que se dan entre personas, grupos, comunidades que no están reguladas o normadas por el Estado, tomando a éste como un ente vinculado al poder coactivo. Sociedad civil será entonces aquello que está fuera de la esfera del Estado y por extensión, como se entiende actualmente “del gobierno”.
En la actualidad, como resultado de los procesos globalizadores la contraposición sociedad civil/Estado continúa acrecentándose y se puede entender como dos entes necesarios, complementarios e interdependientes, pero a la vez contradictorios en la complejidad y articulación del sistema social y político.
Se puede aceptar que la sociedad civil es el ámbito donde surgen los problemas y, más tarde, los conflictos económicos, sociales, religiosos e ideológicos, a los cuales tiene que dar respuesta el Estado y de las que depende la generación de movilizaciones y organizaciones que después de obtener soluciones a sus planteamientos primarios en algunos casos pasan a otra etapa, que es la conquista del poder político.
De lo anterior se deriva la concepción de que la intermediación entre la sociedad civil y el Estado se encuentra en los partidos políticos como canalizadores de las necesidades y demandas populares de todo tipo. Se puede hablar entonces, de una sociedad civil y una sociedad política, esta última constituida por los partidos políticos.
Aunado a la concepción anterior, se da también la desconfianza y desilusión ciudadana hacia los partidos políticos que no logran aglutinar en torno a sus propuestas o plataformas el voto de la ciudadanía, de los electores, de la sociedad civil. Ante esta desconfianza y desilusión ciudadana hacia los partidos políticos, así como la crisis de credibilidad de éstos, la sociedad civil se organiza de manera alternativa en un proceso que es ya objeto de estudio en algunos centros de investigación.
Las organizaciones no gubernamentales como todos sabemos son grupos no lucrativos de ciudadanos que voluntariamente se integran a nivel local, nacional o internacional, para efectuar diferentes clases de servicios o funciones humanitarias, para la gestión pública y para promover la participación comunitaria en las políticas públicas. También supervisan acuerdos internacionales en relación a múltiples renglones, sobretodo los relativos a los derechos humanos.
La importancia de estas organizaciones fue reconocida por la ONU en 1946 cuando estableció el fomento y la ayuda a ellas. Actualmente varias de ellas de diferentes nacionalidades o internacionales han sido reconocidas como órganos consultivos del Consejo Económico y Social de la ONU y en 1996 la misma ONU reconoce su participación en todas sus áreas de trabajo.
Actualmente, la sociedad a través de múltiples organismos no gubernamentales y civiles cuenta con una dinámica marcada por los procesos de consolidación democrática o de transición a la democracia por un lado y, por otro, el cambio de las relaciones del Estado y la misma sociedad civil.
En lo anterior, confluyen tres factores, los cuales se pueden tratar de manera muy amplia. Basta citarlos en este breve espacio: la evolución del concepto de gobernalidad, que se vincula con la eficacia de los estados para dar respuestas oportunas a los requerimientos de la sociedad; la reforma del Estado realizada en algunos países donde se ha reconocido el rol histórico de la sociedad civil; y la crisis que presentan los partidos políticos en cuanto a la confianza y representatividad política, como sucede en México.
La importancia indudable de las organizaciones de la sociedad civil radica en que se han llegado a constituirse como agentes del cambio social; influyen en la innovación de la perspectiva de solución a problemas sociales; son elementos muy significativos en el cambio de procesos como la defensa de los derechos humanos, el combate a la pobreza y la protección al medio ambiente; y ante ciertos estados autoritarios se llegan a convertir en detonadores de movimientos revolucionarios.
Desde luego, se puede afirmar que uno de los orígenes de los partidos políticos es la sociedad civil. Por eso cuando escuchamos a un líder expresar que su partido político establecerá una alianza con la sociedad civil, damos por hecho que está admitiendo el alejamiento o distanciamiento entre ambos, o el de otros institutos políticos. La "alianza" de un partido político con la sociedad civil constituye un retorno, una vuelta al origen, al sustento, a la justificación que da vida y trascendencia a cualquier organización política que pretende llegar al poder.
En México, lo anterior se percibe a partir de los últimas tres décadas del siglo pasado en que los partidos y el aparato gubernamental se ven superados por la sociedad civil (recuérdese la incapacidad de respuesta inmediata y oportuna del gobierno cuando el temblor del 85) y surgen las organizaciones no gubernamentales y últimamente innumerables sociedades civiles que en una primera etapa defienden de manera primordial los derechos humanos y después transitan por todo un abanico de actividades.
Ante este surgimiento de la sociedad civil organizada el gobierno, con grandes reticencias, establece áreas y dependencias encargadas de atender y dar seguimiento a las organizaciones no gubernamentales, primero en la secretaría de Gobernación y más tarde en la secretaría de Desarrollo Social, de manera primordial.
Sin embargo, se debe resaltar que esta determinación del gobierno más que tratarse de una respuesta positiva fue planteada como una estrategia para cooptar y manipular los movimientos sociales de protesta que encarnan en las organizaciones no gubernamentales y asociaciones civiles.
Hoy, el objetivo de las organizaciones no gubernamentales y de las sociedades civiles se ha diversificado, como podemos observar en la Ley recientemente promulgada, donde se percibe la intención de establecer una tendencia de estas agrupaciones hacia la asistencia social, pasando por los aspectos ecológicos, de la defensa de la cultura indígena, etc. En la Ley a la que nos referimos se enumeran diecisiete actividades a las que se pueden dedicar las organizaciones de la sociedad civil.
En la Ley recientemente promulgada las organizaciones no gubernamentales o de la sociedad civil como ahí se les denomina, pasan a ser entidades de interés social y también sujetos de derechos, como el de intervenir en la planeación, ejecución y seguimiento de las políticas públicas. Por otra parte, también podrán participar en los mecanismos de la contraloría social. Lo anterior significa que su relación con el Estado entra a una etapa donde prevalecerá la transparencia y la rendición de cuentas.
También se puede observar que actualmente muchas veces las asociaciones civiles trastocan sus fines y tras objetivos relacionados con la asistencia social persiguen fines políticos, como sucede en este momento con la que se encuentra en el ojo del huracán.
Ojalá en Veracruz pronto contemos con la ley estatal correspondiente de la Ley Federal que hemos mencionado para que se pueda hablar, realmente, de nuevos pasos hacia la democracia.
Únicamente resta mencionar que en Veracruz existen organizaciones de la sociedad civil que a través de su persistencia se han llegado a constituir en factores de opinión y de presión por lo que son dignas de reconocimiento. Nos permitimos citar a varias de ellas: Grupo Antinuclear de Madres Veracruzanas; Sembradores; Movimiento Agrario Indígena Zapatista; Colectivo Feminista de Xalapa; Movimiento de Apoyo a Niños Trabajadores de la Calle (Matraca); Centro de Estudios Sociales Xochiquetzatl; Comisión para la Defensa de los Derechos Humanos; Centro de Servicios Municipales "Heriberto Jara Corona"; y el Grupo “Amigos de los Animales”.

0 comentarios: