lunes, 28 de julio de 2008

PARTICIPACION CIUDADANA DEMOCRATICA

Como estaba previsto, ayer se realizó la Consulta Ciudadana por la No Privatización del Petróleo a la que convocó el Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo, en una primera etapa ya que en algunas entidades federativas se efectuará los próximos días 10 y 24 de agosto.

Hasta los últimos informes de la comisión organizadora, anoche se tenían cuantificados que habían participado un millón 200 mil ciudadanos, de los cuales según la encuestadora Mitofsky 84.7% dijó No a la primera pregunta y 82.9% rechazó la segunda.

Como lo mencionamos la semana anterior la consulta fue altamente cuestionada por los militantes de la derecha y los comentaristas, columnistas y periodistas al servicio del gobierno. Se le criticó en cuanto a su legalidad y, por lo tanto, a su falta de calidad vinculatoria por lo que fue descalificada y, lo que es peor, llamada ridicula e inoportuna, lo que motiva a que quienes así se expresaron de ella provoquen pena y consideraciones nada gratas.

Pero más allá de los resultados previos y de que no serán vinculantes para la decisión que se tome en el Congreso de la Unión, de esta consulta se pueden obtener dos elementos que se tienen que considerar para la generación de una cultura política en la que la participación ciudadana a través de la intervención en este tipo de eventos ocupe un lugar privilegiado.

En primer lugar, la consulta constituyó un verdadero y auténtico ejercicio de participación ciudadana, donde intervino de manera libre y sin presión alguna gran cantidad de ciudadanos que por voluntad propia se expresarón en torno al debate nacional acerca del petróleo, algunos apoyando la “privatización” de este recurso natural de nuestro de país y que fueron los menos, y otros, la gran mayoría, rechazando la propuesta del Ejecutivo Federal.

En segundo término se puede señalar que aunque el resultado de la consulta no sea vinculatorio, está será o mejor dicho ya es un referente obligado en la historia política del país, más allá de las implicaciones políticas que traerá aparejadas, entre ellas el reacomodamiento de las fuerzas políticas del país y de sus representaciones al interior del Congreso de la Unión. Y decimos que será un referente porque marca un hito en que el pueblo de México ante una precaria difusión de este ejercicio salió a expresarse y supo responder al llamado de las fuerzas progresistas de nuestro país. Hacemos incapié en la precaria difusión puesto que los grandes medios de comunicación y sus empleados, conductores de noticieros, columnistas, los llamados líderes de opinión, no cesaron en los días previos en descalificarla e inducir a sus radioescuchas y televidentes a la no participación.

La consulta, nadie podrá negar, ha sido un éxito como un ensayo de participación ciudadana democrática, ya que fue transparente y estuvo bajo la observación de un grupo de ciudadanos voluntarios que habilitados como observadores estuvieron pendientes de su desarrollo y fueron testigos de la manera en que en las plazas públicas, parques, banquetas u otros sitios donde se instalaron las mesas, la ciudadanía acudió a depositar su sufragio.

Hoy mismo, un día después se han iniciado las críticas, descalificaciones y señalamientos en contra de la consulta. No se podría esperar otra cosa. De lo que si estamos seguros y en eso no estamos sólos es que aunque lo nieguen de manera reiterada y cínica los congresistas que por convicción y por conveniencia están a favor de la propuesta oficial tendrán que pensarlo dos veces, porque en sus conclaves, cubículos y en su consciencia, los resultados de la consulta no les es ajeno. El No rotundo a la propuesta calderonista conlleva una carga política y una percepción social que no se puede negar y que tendrá que pesar en la toma de decisiones por grupo o en lo individual cuando se dé la votación definitiva en el Congreso de la Unión.

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