martes, 26 de junio de 2007

¡Xalapa es mi casa!


“Atlanta la sigo viendo como una gran ciudad, pero no me acostumbro, no me adapto con el mismo credo religioso que llevo de aquí; después de dos años en Atlanta me adapto a una cultura nueva y maduro, de esa manera, cambié de religión y al retornar regreso a la original con la que partí, es un gran dolor, me duele haber dejado la nueva iglesia, pero mi familia, mi casa, mi niñez está aquí, ¡Xalapa es mi casa!”

Lo anterior fue manifestado por Uriel López Ramos, migrante a Estados Unidos, de treinta y tres años, y con catorce de residencia en Xalapa, en una colonia periférica de la ciudad. Originario de Las Truchas, municipio de Altotonga, con estudios hasta el segundo grado de educación primaria, dedicado a la albañilería, casado y con dos hijas, Uriel parte el 29 de mayo de 2005 como otros miles de mexicanos y retorna el pasado 28 de mayo de este año, hace 27 días, exactamente a los dos años. Integrante de un grupo religioso, su visión de Xalapa es significativa y fuertemente influida por sus creencias. Aquí un extracto de la plática sostenida con él, respetando sus respuestas.

¿Cuáles fueron los motivos que te orillaron a buscar trabajo en Estados Unidos?

El primero fue comparar la vida de aquí y la de allá en el aspecto personal y el segundo fue porque quería ver mi capacidad de desarrollo en mi trabajo, la construcción, y que con todo lo que sabía iba a sobresalir adelante, por reconocimiento personal. Era como un reto.

¿Después de vivir en Xalapa, qué era lo que más te gustaba de la ciudad cuando partiste?

En ese tiempo, lo que más me llamaba la atención es el clima, no es caliente, no es frío, es agradable, lo que me ha gustado es su vegetación, su aspecto, porque le hace honor a su nombre de “ciudad de las flores”.

¿Cuando partes, tenías trabajo aquí?

Si tenía trabajo, de hecho me fui un día domingo, el 29 de mayo de 2005, y permanecí allá hasta el sábado 28 de mayo de 2007. Sólo me llevé dos camisas, dos pantalones y una chamarra.

¿Te marchas sólo o en grupo?

Salgo completamente sólo, con un gran reto por delante, con un deseo de encontrar una posición económica y con dolor de dejar a mi familia.

¿Qué es lo que te lleva a Atlanta?

Como todo migrante, yo lo que deseaba era estar en Estados Unidos, estar dentro, porque allí estaba la persona que me iba a apoyar, porque llevaba exclusivamente para el pasaje y me esperaba mi primo.

¿Cuál es el grupo con que convives inmediatamente?

Con mi primo, pero no con el que me apoyó para irme, lo que pasó es que siempre he pertenecido a un grupo cristiano, el Movimiento de la Iglesia Evangélica Pentecostés Independiente (MIEPI), entonces él me conoce, no me gusta el relajo, el alcohol, el cigarrillo. El otro, vivía en un apartamento con doce mexicanos.

¿Conviviste con un grupo de conocidos?

Llego con otro primo porque me llevaba bien con él, conocía a su familia y porque su hermano no podía meter a una persona extraña en su casa, me consideraba una persona digna, y por otro lado me convenía compartir los gastos.

¿Qué tiempo tardas en conseguir trabajo?

En ocho días, fue muy rápido.

¿En el trabajo convives con otros mexicanos?

Tres meses con mexicanos y después viene un cambio, un restaurante de comida china donde sólo convivía con orientales.

¿Tuviste problemas con el idioma?

Muchos, no sabía más que contar del uno al cinco o decir yes, pero el yes no vale, fue el centro de la lucha, el centro del problema.

¿Estando ya establecido, qué es lo que más recordabas de Xalapa?

Lo que más recordaba era mi religión.

¿Desarrollabas más tus prácticas religiosas allá que aquí?

Si, nada que ver con Xalapa, otras costumbres, otra cultura.

¿Eso quiere decir que recordabas o identificabas a Xalapa por tus creencias religiosas?

Si, porque siempre ha habido tras de mí personas que vienen por una opinión, estuve trabajando en una colonia como visor; como secretario trabajé para una organización popular donde me veían como un guía; pero allá era uno más, un anónimo, un desconocido y eso me deprimía

¿Estando en Atlanta con un grupo de conocidos, deseabas regresar a Xalapa o ya no querías regresar?

Todo el tiempo deseaba regresar a Xalapa, en primer lugar por el clima, llegué en una época de calor, a pesar de ser constructor no se comparaba con el calor de allá y siempre deseaba regresar.

¿Al desear regresar a Xalapa, pensaste que ya habías dado respuesta al reto que te planteaste cuando querías ir para medir tus capacidades de desarrollo?

Fue una ilusión que llevaba pero al llegar, el ambiente del trabajo, la lengua, la religión, la falta de medios me hacen cambiar de perspectiva y me enfoco en mi necesidad, en mi familia, mi casa y el hecho de regresar se convierte en un problema porque tenía que pagar un coyote para el regreso.

Al considerar los problemas que tuviste con tu adaptación a un espacio donde tu práctica religiosa no era la común y al convivir con personas de otras nacionalidades ¿qué te pareció la vida en Atlanta, con otros idiomas, otras culturas, religiones y costumbres?

En primer lugar, Atlanta es una ciudad muy cómoda, por otro lado al convivir más con personas de otras nacionalidades: colombianos, argentinos, salvadoreños me hacen sentir que era una persona que tenía una cultura, una fe, entonces para mí fue maravilloso y me quedé sorprendido. Me llevó a una búsqueda de religión donde me encontré a mi mismo, pues hasta llegué a dudar de mí y salieron las cosas del interior pero viendo las diferentes culturas también me pregunté ¿quién soy? ¿por qué estaba allí? ¿por qué cuando llego a trabajar con orientales me desligo, no frecuento más mexicanos?.

¿De alguna manera tu religión sirvió como elemento para vivir mejor en tierras extrañas, en medio de un grupo social que no era el tuyo, con otras costumbres y otro modo de ver la vida?

Fue el medio que me llevó a conocer, pero todo el cambio deja fuera la religión, solo con Dios.

¿Durante dos años de estancia sufriste alguna vez discriminación?

No, nunca, siempre la mano de mi Dios estuvo conmigo en todo tiempo, lo que pude ver es que todo lo que emprendía era de agrado. La que sufrí fue de los propios mexicanos que se encontraban trabajando allá y que caían en situaciones de competencia laboral no deseable, pues no les gustaba que un recién llegado obtuviera un trabajo mejor pagado.

¿Aparte de tu religión, qué otras actividades realizabas, cómo aprovechabas tu tiempo libre?

Ir a comer a los restaurantes, lo que aquí en Xalapa es mínimo, por nuestra posición económica. Después de formarme, aprender inglés, me ayudó a entrar a estos lugares, sabía pedir las cosas; y además la lectura, soy adicto a leer.

¿Qué leías?

Libros de motivación, de superación, libros productivos para ayudar a alguien.

¿Cuando regresas a Xalapa, qué sientes al estar aquí, con tus familiares, qué te hace sentir Xalapa de nuevo?

Cuando me voy todo es verde, ahora todo está rojo, taxis, camiones, etc.; me parecía limpia, ahora hay mucho polvo, veo defectos, tengo incomodidades; por otro lado la costumbre en la solvencia económica, hay un cambio enorme porque siento que aquí hay dólares, pero no se gana igual, hay que trabajar más.

¿Por qué no mantienes la nueva religión que adoptaste en Estados Unidos?

Necesitaría meterme a un instituto, capacitarme en Estados Unidos, lo cual es muy difícil por la distancia y el costo.

¿Piensas regresar?

Por el momento no pienso regresar, porque si pude salir adelante con una lengua diferente, con gente diferente, por qué no salir adelante aquí aún con todas las deficiencias, es otro gran reto, si me voy estoy huyendo y no quiero estar mal conmigo mismo.

Como se puede observar, Uriel López Ramos no es cualquier migrante, pues sus creencias religiosas guían su actuación y hacen que su visión del entorno difieran: aprende inglés, se aleja de otros mexicanos, cambia de religión allá y retorna a la anterior al regresar, tácitamente manifiesta una adaptación pero añora Xalapa y a su familia, regresa exactamente a los dos años, etc.

Llama la atención el planteamiento que Uriel hace para justificar su partida más como un reto que como una necesidad, ya que en ese momento contaba con trabajo. Pero también resulta significativo el reto que establece para seguir viviendo en Xalapa que de hecho justifica su negativa para retornar a Estados Unidos. Lo anterior, adquiere otra dimensión al agregar el elemento religioso que sería motivo de un estudio más profundo como lo son las prácticas religiosas de los migrantes mexicanos.

Con múltiples lecturas, la plática con Uriel López Ramos nos permite conocer la visión de un migrante xalapeño religioso, que prefiere asumir un nuevo reto al regresar a su tierra y no estar pensando en volver a Estados Unidos.

Publicado el día 24 de junio en el suplemento cultural “La Valquiria” de Diario de Xalapa

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