lunes, 30 de abril de 2007

Xalapa: ¿ciudad educadora?

“Todos los habitantes de una ciudad tendrán el derecho a disfrutar, en condiciones de libertad e igualdad, de los medios y oportunidades de formación, entretenimiento y desarrollo personal que la misma ofrece. El derecho a la ciudad educadora se propone como una extensión del derecho fundamental de todas las personas a la educación. La ciudad educadora renueva permanentemente su compromiso con la formación de sus habitantes a lo largo de la vida en los más diversos aspectos. Y para que ello sea posible, deberá tener en cuenta todos los grupos, con sus necesidades particulares.

“En la planificación y gobierno de la ciudad se tomarán las medidas necesarias encaminadas a suprimir los obstáculos de cualquier tipo, incluidas las barreras físicas, que impidan el ejercicio del derecho a la igualdad. Serán responsables de ello tanto la administración municipal como otras administraciones que incidan en la ciudad; y estarán también comprometidos en esta empresa los propios habitantes, tanto a nivel personal como a través de las distintas formas de asociación a las que pertenezcan.”

Lo anterior constituye el primer principio de los veinte que integran la Carta de Ciudades Educadoras que en su última versión es el resultado de una revisión en el año 2004 y que tuvo efecto durante el IV Congreso Internacional de Ciudades Educadoras celebrado en Génova.
Como es sabido, el concepto ciudad ha evolucionado a través del tiempo y de la aportación de diferentes disciplinas. Del concepto tradicional que la tomaba como un espacio físico hasta el que la visualiza como un espacio social, un espacio público, se han agregado diversas perspectivas que no siempre coinciden, pero que al final han ampliado el alcance de lo que actualmente constituyen las ciudades.

Una de esas aportaciones es precisamente la que toma a la ciudad como el espacio donde existen condiciones óptimas tanto materiales como sociales y políticas para realizar la difusión de los aprendizajes y de los conocimientos para vivir en una colectividad. De esta manera, la ciudad es un espacio donde existen muchas posibilidades y ofertas diversificadas por las cuales puede optar el ciudadano, pero estas ofertas pueden estar desorganizadas, desaprovechadas o distribuidas de una manera desigual, debido a múltiples factores.

Pilar Figueras Bellot opina que “El sistema municipal, por su proximidad a los ciudadanos, es el más abierto y el más transparente. Sus decisiones y administración son las más palpables y por lo tanto las que generan más fácilmente opinión pública.

“La ciudad es, pues, un marco y un agente educador que, ante la tendencia a la concentración del poder, practica la opinión pública y la libertad; ante la tendencia al gregarismo, expresa el pluralismo; ante la tendencia a distribuir desigualmente las posibilidades, defiende la ciudadanía; ante la tendencia al individualismo, se esfuerza por practicar la individualidad solidaria. Facilita el tejido de los hábitos ciudadanos que crean el sentido de reciprocidad, el cual engendra el sentimiento de que existen intereses que no han de ser lesionados. Une con los suaves lazos de la vida compartida. Permite formar personas sensibles tanto a sus deberes como a sus derechos”.

En el nuevo paradigma de Ciudad Educadora convergen diferentes dimensiones y distintas aportaciones, entre las que resalta, desde luego, la educación, pero no tan sólo la educación escolarizada o familiar, sino un concepto amplio, plural y permanente de lo que es la intervención educativa de la ciudad y, que en este caso, debe llevar una intencionalidad, por lo que se vincula con la pedagogía urbana, que le da sustento teórico.

Por lo tanto, la pedagogía urbana constituye el marco teórico-conceptual del nuevo paradigma de Ciudades Educadoras, y es un referente metodológico para las ciudades que programan políticas públicas, estrategias, acciones y actividades para obtener esta categoría. A través de esta pedagogía se vinculan los espacios urbanos y educativos, se genera un nuevo civismo.

De acuerdo a lo anterior, la ciudad es educadora por sí misma, ya que desde su actual planeación como tal, la cultura que engloba, las instituciones educativas, los deportes, los aspectos medioambientales, los sistemas de seguridad, los servicios públicos y hoy de manera prioritaria los medios de comunicación, generan en su conjunto diversas modalidades de educación de la colectividad. La Ciudad Educadora es entonces un espacio para la construcción de ciudadanía.

Para que se logre esto último, la formación de ciudadanía, no basta con lo citado anteriormente, sino que debe existir una intencionalidad como ya se mencionó, a través de un compromiso político, social e histórico que debe ser asumido tanto por los gobiernos locales como por la sociedad civil, que deberán entender que la educación es el mejor instrumento o medio para la construcción de una ciudadanía culta, solidaria, feliz y comprometida con sus gobernantes, en una vinculación recíproca de apoyo mutuo.

Lo anterior implica tres elementos: una información gubernamental de los gobiernos locales transparente, precisa y oportuna hacia la colectividad; una participación ciudadana que rebase controles partidistas y que en cambio sea crítica y corresponsable; y una evaluación y priorización de necesidades, propuestas y acciones cuya implementación a través de políticas públicas locales cuente con la participación, en la toma de decisiones, de la ciudadanía organizada.

Pero además, podemos agregar sin duda alguna, que en todo ordenamiento o andamiaje jurídico-político de una ciudad educadora debe permear un elemento pedagógico, tomando diversos aspectos de la democracia ciudadana para que, precisamente, se cumpla el objetivo de la construcción de ciudadanía.

Otro elemento primordial es que al interior y al exterior de las administraciones locales se dé una vinculación entre todas las instancias oficiales y las agencias educativas de cualquier nivel y modalidad, pero una nueva vinculación no la tradicional y convencional sino transversal, formando una red que comprenda intercambio de información, experiencias y proyectos. Se trata de formar al ciudadano que la ciudad requiere para transitar a mejores niveles de vida, dentro de un desarrollo sustentable e integral.

La construcción de ciudadanía se debe tomar como una producción cultural y educativa, específicamente. La educación ciudadana que se da en el contexto de una determinada localidad se entiende como la formación de un tipo particular de sujeto. Lo ideal es la formación de un nuevo tipo de ciudadanía que propicie la generación de una democracia ciudadana, donde toda la colectividad participe en las decisiones relativas al futuro de su ciudad.

En relación a lo anterior, conviene mencionar el principio número nueve de la Carta de Ciudades Educadoras: “La ciudad educadora fomentará la participación ciudadana desde una perspectiva crítica y corresponsable. Para ello, el gobierno local facilitará la información necesaria y promoverá, desde la transversalidad, orientaciones y actividades de formación en valores éticos y cívicos.

“Estimulará, al mismo tiempo, la participación ciudadana en el proyecto colectivo a partir de las instituciones y organizaciones civiles y sociales, tomando en consideración las iniciativas privadas y otras formas de participación espontánea.”

Otro aspecto a considerar es que puede haber tantos tipos de ciudades educadoras como mismas ciudades lo quieran. En este aspecto estamos hablando de la diversidad cultural de cada ciudad que se debe respetar y promover pues constituye una riqueza potencial, más que un obstáculo para el desarrollo, como algunos postulan.

Al considerar el nuevo paradigma de la Ciudad Educadora, en 1990 se celebra en Barcelona un primer congreso internacional y en 1994 se integra la Asociación Internacional de Ciudades Educadoras (AICE). La Carta de Ciudades Educadoras surge en su primera versión desde el congreso de 1990, pero es revisada en Bolonia (1994) y Génova (2004). En México pertenecen a la AICE: Guadalajara, León, Playa del Carmen y Zapopan.

En la actualidad las ciudades educadoras se organizan a través de redes territoriales y de redes temáticas, de acuerdo a su ubicación y a la posibilidad de darle prioridad a ciertos aspectos que se requieren atender. Los temas que se trabajan actualmente son: fracaso escolar; transición escuela-trabajo; y educación en valores, que comprende educación para una cultura de paz, interculturalidad y migración, educación para un desarrollo sostenible, relaciones de género y educación; y ciudadanía y participación. Se agregan también las TIC’S en ciudades educadoras (TIC’S en las escuela y TIC’S para todos) y Red Primera Infancia.

Dentro de este marco y al analizar la dinámica política y social actual de Xalapa, atendiendo al mismo tiempo su vocación educativa y cultural permanente, su diversidad cultural, la existencia de varias “Xalapas”, la tención que existe a su interior entre lo tradicional y lo moderno y su categoría de capital de Veracruz, se puede afirmar que en gran parte los principios que contiene la Carta de Ciudades Educadoras son cumplidos por esta localidad, lo que nos lleva a afirmar que puede considerarse como una ciudad educadora.

Desde luego, se debe prever la necesidad de formalizar y establecer con intencionalidad y responsabilidad una vinculación de los elementos que hemos mencionado, ya que las múltiples agencias educativas, públicas y privadas, de todos los niveles y modalidades y las instituciones oficiales a través de sus políticas públicas, programas y acciones requieren una mayor cohesión para que Xalapa adquiera la categoría de Ciudad Educadora, en la que desparezca la desigualdad en la distribución social del conocimiento.

Se puede asegurar que la administración local cuenta con capacidad para generar y desarrollar acciones y programas similares, en mayor o menor medida, que en algunas ciudades educadoras se han realizado como los siguientes: Camino escolar seguro de Llobregar (España); El jardín de la escuela: un medio para conocer la naturaleza y desarrollar los cinco sentidos de Turín; Participación pública en el proceso de revisión del plan director municipal de Torres Novas (Portugal); Presupuestos participativos en las escuelas de Ginebra; Si esta plaza fuese mía de Belo Horizonte (Brasil); Espacios públicos para una ciudad educadora de Mar del Plata; Recuperando espacios para el peatón de Vallenar (Chile); Hazlo por ti mismo de Amberes; Desarrollo de la ecociudadanía de La Val (Canadá); Queremos espacios limpios para jugar de Cañada de Gómez (Argentina); Abriendo espacios en la ciudad que aprende de Porto Alegre; y tantos otros que se pueden implementar, de manera similar o mejor en esta ciudad.

Para finalizar, transcribimos una propuesta de Josep M. Valles que se vincula con todo lo anterior: “El gobierno local –comparado con otras instancias políticas- parece en principio más flexible en cuanto a su capacidad de percibir cambios en la opinión y en las expectativas ciudadanas, a su aptitud para reaccionar –e, incluso, de anticiparse- a la variación de circunstancias en la gestión de los nuevos conflictos sociales que reclaman una respuesta política.“Son –o deberían ser- organizaciones con más facilidad para la innovación, para la tentativa, para el aprendizaje, en sus éxitos y en sus errores. Como las buenas organizaciones capaces de aprender permanentemente mientras actúan, el gobierno local podría asumir el papel de laboratorio de práctica democrática.”
Publicado el día 29 de abril en el suplemento cultural “La Valquiria” de Diario de Xalapa

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