domingo, 5 de junio de 2005

De periódicos, revistas e historietas

En nuestro país, como en el mundo entero, la relación de la sociedad con los medios de comunicación públicos o privados se encuentra inmersa en un proceso de tensión donde la ética de los comunicadores y la credibilidad de los contenidos se encuentran sometidas a los intereses económicos o de otra índole del poder político o de las propias empresas.
La sociedad necesita de los medios de comunicación pero éstos requieren de una redefinición para generar referentes libres y de calidad que estimulen y fomenten una industria cultural y no una simple mercancía como sucede en la actualidad, pues en ello se ha convertido la información. Los medios públicos deben actuar como un servicio para la ciudadanía, asegurando información y pluralidad de opinión.
Al respecto, en el Forum Barcelona 2004 al sociólogo Manuel Castells afirmó que “la política se decide en los medios y estos hoy se encuentra ante un conflicto creciente entre los valores de la profesión y los valores de las empresas que terminan profundizando una crisis de legitimidad. Dicho conflicto no solo afecta a los medios privados, sino también, y en gran medida, a los públicos”.
En México, a partir de los años setenta las expresiones políticas de la sociedad permean en los medios, para lo cual se pueden establecer tres etapas:
1. Un tratamiento privilegiado a los grupos organizados bajo la férula del partido hegemónico. Esta etapa declina con las elecciones de 1988
2. Un esquema diferenciado a las expresiones cívicas y políticas de los movimientos y grupos que buscan transparencia en las elecciones. Esta fase concluye en el año 2000
3. Una atención y tratamiento preferente a las experiencias ciudadanas con posiciones y contenidos críticos y de disenso hacia el poder público, independientemente del partido político al que pertenecieran. Dentro de este esquema actual es que los medios replantean y llegan a negociar su presencia en el campo mediático, su posición frente al poder y su relación con el mismo
A partir de esta ultima etapa es que precisamente surge una evolución en la relación medios-poder, pues de la subordinación de los medios al poder político se pasa a la subordinación de los actores políticos a los medios, lo cual resulta complejo por las diversas implicaciones que conlleva. Dos aspectos de este fenómeno son los siguientes:
a. El proceso de transición a la democracia coincide con la generación y posicionamiento de la llamada democracia de audiencia. Esto significa que cualquier modalidad que adopte la democracia electoral o representativa, no podrá hacer a un lado su parte mediática
b. La democracia de audiencia conlleva una gran presencia e influencia de los medios para mostrar, presentar y hacer visibles procesos, actos, desiciones y movimientos que de otra manera no serían conocidos, primordialmente los relativos a la procuración, impartición y administración de justicia
Es este marco de regencia respecto a la relación medios-sociedad, conviene tomar de la Encuesta Nacional sobre la Cultura Política y Prácticas Ciudadanas (Encup-2003) una pregunta cuya respuesta es un indicador del insuficiente desarrollo de los valores y las prácticas de la democracia y de la tendencia a mantener la situación actual en la relación mencionada.
La pregunta es ¿Qué tan seguido acostumbra leer noticias de política en el periódico? Las respuestas fueron: 42% de los encuestados declaran nunca leer noticias de política y el 32% ocasionalmente. La mitad de las mujeres dijo nunca leer noticias, lo mismo que un tercio de los hombres. Lo anterior significa la distancia de los ciudadanos respecto a la política, de la cual únicamente se ocupan, supuestamente, los políticos profesionales, funcionarios y algunos académicos.
Se puede afirmar que los medios de comunicación han tomado, bajo la influencia de la globalización, la sociedad de la información y del conocimiento, la mundialización y las nuevas tecnologías de la información el papel de mediadores y narradores de la realidad, construyendo un nuevo orden simbólico del ámbito cultural que se caracteriza por un fuerte etnocentrismo, una significación o maximización de los hechos, que generan fragmentación, exclusión y discriminación.
Si se considera entonces que los medios se han convertido en mediadores y narradores de la realidad conviene enterarnos en qué medida los mexicanos están en relación con los periódicos, revistas e historietas. Para ello, hemos acudido a la recientemente publicada Encuesta Nacional de Prácticas y Consumos Culturales que el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes encargo al Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México. La encuesta fue aplicada en viviendas a 4050 personas de 15 años o más en 27 estados en diciembre de 2003.
Si bien, en este caso seleccionamos el apartado correspondiente a “Periódicos, revistas e historietas”, se debe mencionar que la encuesta comprende otros igualmente interesantes como los relativos a los medios electrónicos y las nuevas tecnologías de la información, de los cuales se deben derivar consideraciones y conclusiones que en mucho ampliarán y rebasarán a la fuente original. Debemos agregar que el objeto de la encuesta que nos ocupa fue conceptualizado como parte de la práctica y el consumo cultural y que en las localidades en que se aplicaron 120 entrevistas en profundidad en enero de 2004, una de ellas Xalapa precisamente, se entrevistaron a cuatro tipos de informantes: usuarios de servicios culturales, no usuarios de servicio culturales, creadores y funcionarios encargados de servicios culturales.
Algunos de los principales resultados de la encuesta son los siguientes: Alrededor de 16% de los encuestados dice leer diariamente un periódico, de igual manera un porcentaje similar manifiesta hacerlo algunas veces a la semana o por lo menos una vez. Lo anterior significa que la mitad de la población lee un periódico por lo menos a la semana. A diferencia de lo anterior 21.6 lo hace con menos frecuencia y lo que es preocupante: 28.3 expresa que nunca lo hace.
En cuanto a las revistas, un 3.6% manifiesta leer una diariamente, 7.5% varias veces a la semana, el 15% unas vez por semana y el 16% una vez al mes. Pero el 38.1% nunca se acerca a una revista.
Los lectores de historietas se acercan a ellas una vez por semana y una vez por mes el 5%, mientras que con menor frecuencia el 3.4. A diferencia de lo anterior 82.9% de la población nunca lee una historieta.
Otros datos de igual importancia son los siguientes: los hombres presentan mayores niveles de lectura de periódicos e historietas que las mujeres, mientras que en la lectura de revistas no es significativa. También, los niveles de lectura de periódicos y revistas aumentan conforme se amplía el nivel de escolaridad, mientras que en el caso de las historietas el nivel más amplio de ubica entre la población con educación secundaria.
Llama la atención el hecho de que la lectura de periódicos y revistas se amplía de acuerdo al aumento de los ingresos, en tanto que la de historietas llega al nivel máximo entre los lectores que reciben ingresos de cinco a siete salarios mínimos.
En el caso de los periódicos y las revistas la diferencia entre los niveles de lectura están relacionados directamente con el grado de escolaridad, más que con otros factores socioeconómicos.
En cuanto a las preferencias temáticas, las secciones más leídas de los periódicos son la nacional (47.7), siguiendo la deportiva, noticias locales, espectáculos y policíaca.
Las revistas más leídas por temas son las de espectáculos, televisivas y deportivas y entre las dedicadas a la mujer las de cocina, salud y belleza. Con un porcentaje entre 10% y el 20% en conjunto se sitúan las revistas de ciencia, tecnología, computación, historietas, pasatiempos, política, arte y cultura, artes manuales, decoración y sociales.
En el mismo documento se anota como conclusión que “Los resultados señalan que el consumo y las prácticas culturales de los mexicanos están altamente relacionados con los niveles de escolaridad e ingreso. Se detectan también patrones distintos en función de la edad, con mayores niveles, en general, entre la población más joven, así como diferencias territoriales, sobre todo a favor de quienes habitan en los municipios de mayor concentración poblacional, lo que indica que el consumo y las prácticas culturales están relacionadas con la disponibilidad de infraestructura dedicada a estos fines”.
Además de lo anterior, en las conclusiones se insiste que “Destacan en primer lugar el estrecho vínculo entre educación y cultura. La encuesta distingue de manera clara y reiterada a la escolaridad como factor sociodemográfico de mayor peso en la conformación de las políticas culturales de los mexicanos”. Desde luego esta conclusión no constituye ninguna novedad, pues sin encuesta o con ella, esa percepción se tiene con bastante antelación.
Si se estuviera en posibilidad de ampliar la encuesta se tendrían que abordar aspectos como el tiraje de periódicos, su tendencia ideológica, sus vínculos con el poder político, etc.
Pero si antes mencionamos que los medios impresos, el periódico fundamentalmente, se han convertido en mediadores entre el lector y la realidad, también tenemos que admitir que esto sucede únicamente en los grupos con niveles de escolaridad e ingresos medios y altos, los que están vinculados al poder. ¿En qué medida y a través de qué periódicos, de cuál tendencia?, la respuesta sería motivo de otros trabajos especializados.
¿Usted percibe su realidad inmediata, su entorno, a través de un periódico o de varios, de la televisión, de la radio o de la Internet, a diario o solamente los fines de semana?, ¿Se adhiere a lo que opinan sus editores o columnistas preferidos o analiza la información y construye sus propias conclusiones?, ¿Son los periódicos y las revistas de televisión y la Internet los únicos lentes que tiene para analizar su realidad o cuenta con otro o varios?

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