domingo, 27 de marzo de 2005

Cultura alternativa vs cultura oficial

Una visión de la cultura vinculada al sistema político nos permite señalar cuatro tipos: cultura oficial, cultura del poder, cultura del estado y cultura democrática.

La cultura oficial es la que esta a cargo, desde luego, de las instituciones gubernamentales y que, en algunos casos, fueron establecidas para ello específicamente. Ejemplo de lo anterior es le Instituto Nacional de bellas Artes (Inba) y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), así como el Instituto Veracruzano de la Cultura (Ivec), la Universidad Veracruzana, etc. En la mayoría de los casos esta cultura esta supeditada a una ideología, se promueve y difunde unilateralmente y legitima al gobierno.
Otro tipo de cultura vinculada a lo anterior es la llamada cultura del poder, que responde más a los intereses y gustos personales del mandatario, su esposa o de su equipo político, que muchas veces resultan escasos o distorsionados. Los gustos musicales de Carmen Romano de López Portillo y el folclorismo de Esther Zuno de Echeverría se ubican esta cultura del poder, que es impuesta de manera vertical y unilateral.
En cuanto a la cultura del Estado en la que sirve para sustentar o justificar en régimen o una etapa del sistema político. Lo anterior de ejemplifica con el muralismo y, en lo general, con el arte de la revolución que a la vez se nutrió con una vuelta a lo indígena y al folclore: pintura, danza, música, etc. Esta cultura de la revolución evolucionó y se agotó. Es un ejemplo de la cultura del estado.
Por último, la cultura democrática rescata y preserva el patrimonio cultural, considera las manifestaciones que surgen de la sociedad civil y de los artistas o grupos independientes, también promueve y respeta la diversidad cultural.
Pero frente a los tres primeros tipos que controlan instituciones, espacios, galerías, becas, empleos, promoción de movimientos artísticos, favores a promotores culturales crean monstruos sagrados y demás, surge una respuesta espontánea en un principio poco organizada y fortalecida más tarde: la cultura alternativa de la que es necesario comentar algunos aspectos y precisar otros.
En el proceso de la creación artística, su promoción y circulación, la cultura alternativa se vincula con la contracultura, las vanguardias, la subcultura. También a principios de este milenio, la que fue cultura alternativa de los 60 y 70 del siglo pasado, evolucionó y en esta etapa de Globalización y mundialización, sociedad de la información y del conocimiento y nos encontramos con otro tipo de cultura alternativa.
Al preguntar a un recocido promotor cultural cuál es la cultura alternativa su respuesta fue que la “no oficial”, lo que nos pareció en un principio acertado y conveniente, pero creemos que se deben precisar elementos y factores que hacen que una cultura sea “alternativa” o no, y que muchas veces rebasa lo “no oficial”, que resulta una definición formalista, concreta, específica, pero que es necesario ampliar.
Ciertamente la cultura alternativa se da “fuera” de lo oficial, pero esta característica tiene modalidades y matices. La primera: se encuentra fuera de lo oficial (subsidios, becas, galerías, programas de televisión, empleos) por que sus hacedores, protagonistas o creadores, no han logrado ingresar y obtener apoyos que le son necesarios y que el Estado tiene obligación de otorgarles, de acuerdo a una normatividad, como creadores de arte que son y para lo cual se organizan y luchan por ello. Por lo regular desde esta perspectiva se critica cotidianamente la cultura oficial, con o sin razón.
Diferente a lo anterior, se tiene la cultura alternativa cuyos creadores, promotores o protagonistas se encuentran fuera de lo oficial por que así lo han decidido y por que cuentan con recursos propios o provenientes de fuentes de financiamiento diferentes del Estado, lo que les permite ser independientes. Surge, así, la cultura independiente alternativa. Las relaciones de sus protagonistas con la cultura oficial se dan en un marco de distanciamiento y, a veces, de desprecio o desdén.
Pero además de la premisa de lo “no oficial”, en el ámbito cultural y artístico lo alternativo debe ser lo que se aleje de las reglas, normas, corrientes, y movimientos vigentes y que se encuentran agotadas como expresión estética de un momento o etapa histórica. En este contexto, lo alternativo implica una actitud y una creación diferente. La actitud del generador de la cultura alternativa conlleva una visión crítica y una intención renovadora, de innovaciones trascendentales. En cuanto a la producción será una creación que marque una nueva etapa, un giro que hará que se aleje de lo establecido, de lo vigente.
Ambos aspectos, actitud y producción, chocarán seguramente pero no necesariamente, con lo oficial. A partir de lo anterior, podemos decir que la cultura auténticamente alternativa no se opone a la cultura oficial y centralizada, por lo que resulta descentralizada, organizada de manera independiente, con autonomía estructural y funcional, es fuertemente colectivista y practica como principio la autogestión; su carácter colectivo tiene como propósito la libre creatividad direccionada a la producción, circulación, consumo y disfrute de productos, bienes, servicios y obras artísticas.
De acuerdo a lo que precede, la cultura alternativa se aleja del poder y en ella la toma de decisiones es colectiva, su programa va de abajo hacia arriba y del exterior al interior de la cultura oficial; cuestiona modelos y estereotipos culturales y es o debe ser altamente propositiva.En este escenario, lo alternativo adquiere otras dimensiones: una cultura alternativa puede darse en el ámbito oficial y una actividad cultural o artística fuera del sistema oficial no necesariamente será alternativa. Por otra parte, la cultura alternativa se cruza con la contracultura, la cultura undergroup, la cultura marginal, con la cultura “independiente”.
Respecto a la diferencia de la cultura alternativa y a la contracultura, se puede mencionar que la segunda también constituye una cultura, y que más que estar en contra de la cultura oficial conforma una expresión del sistema económico, político y social. En ocasiones fue una pose y cayó en contradicciones, siendo absorbida por el mismo sistema y comercializándose de manera burda.
Al considerar lo anterior, se pude afirmar que lo verdaderamente alternativo más que referirse al ámbito no oficial, a un espacio físico, se debe remitir al cambio y reemplazo de principios y valores estéticos, que cuestionen la cultura oficial u oficialista, independientemente de que sea asimilada o subsidiada por el aparato oficial mediante becas, publicaciones, etc.
La cultura alternativa en lo relativo a la producción artística se caracteriza porque igual que otras, también busca incorporar sus prontos al mercado cultural, es decir que la obra de los artistas se conozca, se consuma, se adquiera, que circule.
A lo anterior debemos agregar algo que resulta interesante: la aparición en la última década del siglo pasado de un arte alternativo cibernético. Este arte y sus expresiones al usar instrumentos y tecnologías informáticas vienen a marcar un hito, en torno al cual se establece un fuerte debate, del que se podría escribir mucho.
También en el nuevo debate sobre la cultura que se está dando en el inicio del presente milenio, la cultura alternativa debe ocupar un lugar especial; ignorarla sería asumir una actitud parcial y sesgada.
Es este nuevo debate sobre la cultura no se puede perder de vista la hegemonía de la cultura oficial que es impuesta por las instituciones de gobierno y que resulta, con algunas excepciones, unilateral, vertical y con apego a grupos bien identificados por su origen, parentesco o afinidad de intereses, más que artísticos, patrimonialistas e incluso familiares.
Pero más allá de una visión política, sociológica o antropológica y de lograr llegar a una definición de lo que constituye una cultura alternativa, independiente o no, en todo proyecto de gobierno, la cultura debe conceptualizarse como un derecho social que debe ser respetado, satisfecho y promovido por el Estado, partiendo, además de su propia propuesta y de la de sus instituciones, de la que surge de la sociedad civil y de los creadores y grupos independientes. Solamente así, podemos hablar que transitamos hacia una cultura democrática.
Por otra parte, en Veracruz los escenarios culturales no son los mismos que los del siglo pasado. Nuevos factores y elementos locales aparecen además de los nacionales y mundiales. Una nueva administración política tanto estatal como municipal hace su entrada. A lo anterior se suma el impacto de la globalización y mundialización, las nuevas tecnologías de la información, la Sociedad de la información y el conocimiento, el multiculturalismo y la interculturalidad, la influencia de los medios de comunicación.
Pero en este escenario complejo, que a mucho se les antoja caótica o crítico ¿cuál es la situación de la cultura oficial?, ¿qué pasa con la cultura alternativa?, ¿los creadores y promotores de la cultura alternativa se encuentran organizados?, ¿usted conoce un espacio cultural alternativo en Xalapa o en la entidad?, ¿en Veracruz la cultura alternativa constituye un movimiento o corriente que conforme un contrapeso a la cultura oficial?, ¿qué ofrece el Estado a los creadores y grupos artísticos y alternativos? y, lo que es más importante ¿cuáles son las propuestas de los creadores y promotores de la cultura alternativa?

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