sábado, 14 de marzo de 2009

NEORRACISMO, NUEVO RACISMO O RACISMO RENOVADO

Aunque aparentemente el racismo y todo lo que implica, pareciera haber desaparecido después de haber sido eliminado científicamente el concepto raza, sigue existiendo y manifestándose en hechos que parecieran ya superados en este siglo y que es rechazado en las sociedades auténticamente democráticas. El racismo se presenta en las esferas políticas, financieras, sociales, académicas y de cualquier tipo. Hoy el racismo ha evolucionado y presenta nuevas apariencias que motivan confusión y actitudes equivocadas.
Como es sabido, el racismo tiene orígenes lejanos en la historia de la humanidad y en sentido estricto tiene una génesis biológica. Este fenómeno social se puede sintetizar en cuatro aspectos: su vinculación con el patrimonio genético, las actitudes intelectuales y las disposiciones éticas; este patrimonio genético es común a los integrantes de ciertos grupos humanos; esos grupos humanos son jerarquizados y diferenciados en función de la calidad, precisamente, de su patrimonio genético; y, lo peor, esas diferencias “autorizan” a las llamadas “razas superiores” a explotar, dominar e, incluso, destruir a otras que son consideradas “inferiores”. Todo lo anterior se ha revestido, en algunos casos, de un aparente cientificismo.
Aparte del anterior racismo de origen biológico, existe un racismo religioso, que muchas veces se vincula con el racismo biológico y que es producto o corre paralelo a la intolerancia y al rechazo a la diversidad de creencias y al reconocimiento del otro.
En cuanto al quehacer social, el racismo va desde el prejuicio en contra de los integrantes de otros grupos sociales hasta la repulsión o rechazo a convivir, juntarse, interactuar con los de “otra raza”. De manera integral, se habla de dos enfoques: el biológico y el sociológico.
Pero en las últimas decádas ha surgido sorpresivamente un “racismo étnico-cultural” o “neorracismo” que para María Valdés Díaz de la Universidad Autónoma de Barcelona es “el disfraz que ha adoptado el racismo en la etapa de la globalización” y que parte más que de una diferencia genética, de las diferencias de un patrimonio cultural y que se identifica con el fundamentalismo cultural, el etnicismo, las diferencias identitarias, etcétera.
También, se habla de un “racismo mediático” que se practica en los medios de comunicación locales, nacionales e internacionales y en las nuevas tecnologías de la información y el conocimiento, donde podemos apreciar un racismo que subyace en el discurso informativo y en el tratamiento editorial que se da en la presentación de notas informativas en torno a personajes relevantes hasta en el enfoque del análisis de hechos que impactan al lector, espectador o visitante, según el caso, y cuyo efecto llega a la opinión pública.
De acuerdo a la misma autora, en cualquier tipo de racismo subyacen tres ideas primordiales: la creencia de que la pertenencia a un grupo racial dota al individuo de ciertos caracteres inmutables; el hecho de que la “creencia” de pertenecer a una raza dota al individuo de una conciencia racial; y, el criterio de que las diferencias raciales constituyen un valor y la homogeneización un demérito, algo negativo, por lo que hay que mantener las diferencias, valorarlas, jerarquizarlas y tomarlas como algo natural.
Pero si hablamos de un nuevo racismo, neorracismo o racismo renovado es porque los individuos que aún sustentan esta doctrina y teoría ante factores sociales, culturales, económicos y políticos que se presentan en este momento actúan de manera individual o colectiva, con meras estrategias: se agrupan, forman clubes, asociaciones e, incluso, partidos políticos como en Alemania, Austria, Inglaterra y Estado Unidos. También, grupos de neorracistas actúan de manera pública, como es sabido, en España, Italia y otros países.
El neorracismo o racismo renovado es analizado desde diferentes perspectivas, como son: relaciones interculturales, situación sicológica de quien cree en él, lo practica y lo difunde, individual o colectivamente; y, la ideología o doctrina, tanto en lo individual como en lo colectivo, vinculada al espacio público.
María Valdés Díaz, también comenta que hoy en el nuevo racismo, algunos en lugar de hablar de razas hablan de etnias y a diferencia de raza se refieren a la cultura, lo cual constituye un enmascaramiento, un eufemismo, por lo que se deberá cuidar esta evolución del racismo que se vincula o identifica con el fundamentalismo cultural. Valdrá la pena reflexionar con mucho detenimiento este postulado que expresa la autora mencionada, ya que constituye un profundo viraje en la teoría acerca del racismo y de la interculturalidad y que, obviamente, rebasa el alcance de este artículo.
Pero si lo anterior es aplicable en cualquier latitud, en México no andamos muy alejados de lo anterior, pues algunos estudiosos del tema señalan que este fenómeno se presenta de manera cotidiana en nuestro país. Recordemos el caso de Ernestina Asencio y Jacinta Marcial. Y también, basta consultar las encuestas nacionales contra la discriminación para contar con datos que nos ilustran y que nos inquietan y preocupan.
De acuerdo a la Primera Encuesta Nacional sobre Discriminación en México de 2005, realizada por el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación y la Secretaría de Desarrollo Social, 43% de los encuestados opina que los indígenas tendrán siempre una limitación social por sus características raciales y una de cada tres opina que lo único que tienen que hacer los indígenas para salir de la pobreza es no comportarse como tales. También, 40% de los mexicanos está dispuesto a organizarse con otras personas para solicitar que no permitan a un grupo de indígenas establecerse cerca de su comunidad. Como se puede apreciar los tres datos anteriores expresan una actitud racista de los encuestados.
Como fenómeno social que resurge en estos tiempos y en cualquier lugar, el racismo resulta complejo y se vincula con la discriminación, exclusión, violencia, interculturalidad, fundamentalismo cultural, educación, etnias, diversidad cultural, limpias étnicas, derechos humanos, migración, terrorismo, impartición de justicia, relaciones de poder, etcétera. Con motivo del Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial, el próximo día 21 de este mes, será conveniente reflexionar si guardamos o presentamos algún elemento racista en nuestro pensar o ser, si tenemos cerca un compañero o amigo racista o incluso conocemos un grupo, club o asociación con un discurso social en el cual subyacen elementos racistas.
* Se invita a nuestros lectores a que visiten el menú emergente DE RACISMO Y NEORRACISMO, donde encontrarán artículos relacionados con el que aquí se presenta, como también la categoría de Artículos y documentos de interés, en donde encontrará la declaración del Secretario General de la ONU.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es importante mencionar antes de empezar, que en la vida, todo es una inclusión y exclusión. La educación es una inclusión, “yo soy un profesionista” y al mismo tiempo excluyo a los que no lo son, así cualquier trabajo, profesión, etcétera. Una pertenencia a un grupo que nos reconoce y acepta como parte de ello. El clan es la base de la comunidad dentro de las diferentes sociedades. Una vez ya juntos y reconocidos, cerramos el círculo para no dejar salir y entrar a los integrantes. Pero esto, no con el fin de alejar a los que llegan, sino más bien, como una manera de protección para los que en ella viven. Desde el punto de vista de comunidad.
Ahora, de siempre se han creado grupos en los cuales se aceptan a integrantes con una misma finalidad o interés. Acorde a conocimientos, gustos, edad, etcétera. Al mismo tiempo, ¿a qué tipo de discriminación nos referimos? Todo mundo sabemos y conocemos del racismo, y me atrevo a decir, que por lo menos en alguna ocasión lo hemos vivido. De alguna manera u otra. Considero que va más allá. Ya que, hay una antesala para la discriminación racial.
Para mí y desde un punto de vista sociológico, hay el tipo social, cultural, económico, educativo, etcétera. Ya entonces ahí se está haciendo una discriminación. Para algunos casos en muy buena medida e intención porque alguien lo verá como una meta que superar y por otra, con todo lo que implica la descalificación de ello y llevándolos a una depresión y frustración en un enterramiento. No es posible hablar de racismo sino nos percatamos que nosotros somos los que lo generamos en las nuevas generaciones. Le exigimos a los nuestros que sean mejor que las generaciones pasadas y al mismo tiempo pedimos que busquen amigos de su mismo nivel. Los científicos, en su poco tiempo libre lo dedican exclusivamente a pasarlo con sus iguales. Se aburren de platicar con gente que no tiene su nivel IQ.
Nosotros mismo vemos a las Marías, a los traga fuegos de las esquinas como lo que no somos y discriminamos al otro. Paleamos la discriminación con reconocer que tenemos mejor vida en el amplio sentido de la palabra, que el otro. Al entregarles una moneda para sentirnos bien con nuestra conciencia. No podemos pasar sin reconocer que posiblemente de haber tenido la misma suerte que nosotros, estuvieran donde estamos. En ocasiones por no contar con los mismos recursos o por no tener las oportunidades que algunos tuvimos e incluso por idiosincrasia. Es conveniente mencionar lo anterior, para poder entender el racismo. Lo estamos viendo sesgado, sólo el iceberg de todo lo que compone el tan enmarañado problema. Es lo final de un problema que por generaciones hemos impuesto. Para ejemplo: nos quejamos del machismo pero son las mujeres las que lo desarrollan y reproducen al criar a sus hijos. Por eso es necesario trabajar en todo ello…

Anónimo dijo...

Mtro. Eduardo Pérez Roque


Me permito hacer unos comentarios a su artículo intitulado: Neorracismo, Nuevo Racismo o Racismo Renovado, publicado en su blog y que a continuación enumero:

1. La “confusión y actitudes equivocadas” a las que se refiere cuando habla del concepto “raza”, ciertamente han adquirido nuevos significados. Uno de ellos, el más visible, es que la “raza” se ha vuelto un concepto que dota de orgullo, principalmente entre los migrantes, tal como lo menciona la autora citada y que seguramente hemos escuchado y se han vuelto de uso cotidiano: “Mi raza chicana”, “por mi raza”, “esta es mi raza”, etcétera.

2. No podemos dejar de mencionar, tampoco, respecto a que el racismo debiera “ser rechazado en las sociedades auténticamente democráticas”, es que ésto es una ideología contradictoria, pues al interior del grupo social “democrático” se habla y se fomenta el respeto a la diversidad cultural, pero a la vez, surge en base a esa identidad nacional, las diferencias nacionales, que como bien menciona también es racismo, mal identificado con la identidad nacional.

3. Además de lo anterior y de los valiosos datos aportados, algo que me hubiese gustado leer en su artículo es sobre las implicaciones de la educación en este proceso de “descomposición social” (así lo interpreto), alguna reflexión o cuestión que exponga el papel de la educación y de los educadores, de los sistemas educativos y de las autoridades, identificando con ejemplos situaciones cotidianas que pasan desapercibidas pero que constituyen las nuevas manifestaciones del racismo o como le llama: el racismo renovado.


José Sánchez Valencia