jueves, 16 de octubre de 2008

Fundación "Veracruz en la Cultura"

A partir de los años 90 del siglo anterior se genera un nuevo debate sobre la cultura, que se vincula con nuevos paradigmas, teorías y dimensiones. El estudio de la cultura rebasa en este momento esquemas que anteriormente caían en una confusión conceptual quedando reducido en un círculo social cerrado, inaccesible y dotado de un halo de elitismo, sabiduría y refinamiento.

Hoy, la cuestión de la cultura adquiere nuevas dimensiones haciendo que el debate en torno a ella se dé no únicamente entre los creadores y los que están involucrados directamente en su promoción, difusión y administración como política pública, sino entre cualquier grupo de ciudadanos interesados en la vida pública, en las identidades nacional, regionales y locales y en el desarrollo integral del hombre y la sociedad.

Un debate sobre la cultura, implica no solamente interés, sino también otros elementos que contribuyan a obtener conclusiones válidas y a generar propuestas de acción que constituyan soluciones a situaciones que sean anómalas, deficientes o nulas. Un debate serio y responsable sobre la cultura nos obliga a ser incluyentes, plurales, tolerantes, objetivos y a despojarnos de prejuicios, actitud que nos impulse a desarrollar proyectos a corto, mediano y largo plazo, fundamentados en principios que doten al quehacer cultural para lograr impactos reales en amplios sectores de la sociedad.

Desde esta visión reconocemos a la cultura, como un factor esencial para el desarrollo integral del hombre y de la sociedad, pues más allá de teorías y conceptualizaciones, comprende el todo: lo espiritual y lo material; lo intelectual y lo afectivo; las artes; los modos de vida; los sistemas de convivencia; las tradiciones y las creencias; y, el sistema de valores que constituyen el entramado que le da soporte y consistencia a la vida en común, a las relaciones entre los grupos sociales y a la interactuación entre comunidades y pueblos.

Una característica esencial del respeto a la cultura como factor fundamental para el desarrollo integral del hombre y de la sociedad por parte de un Estado democrático es el respeto a la libertad de expresión en cualquier manifestación cultural, lo que hace que esta forme parte nodal de la democracia, pero no de cualquier democracia, sino de la democracia ciudadana, la democracia cultural y no de la democracia autoritaria, que en última instancia no lo es.

Debemos reconocer que la cultura entendida como el acceso a todas las manifestaciones artísticas y científicas constituye un derecho fundamental del hombre, un derecho social que se traducen a través de las manifestaciones artísticas, la educación, la producción científica y las nuevas tecnologías de la comunicación. Conviene mencionar que la semana pasada fue aprobada por la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión el dictamen de la Comisión correspondiente para modificar el artículo VI de nuestra Carta Magna elevando a rango Constitucional el derecho a la cultura, lo cual constituye una base para proseguir en la generación de la legislación secundaria.

Por otra parte, la cultura conlleva tradiciones, costumbres y conocimientos ancestrales que en su conjunto constituyen un factor fundamental que genera una visión cósmica del hombre, su visión del mundo y de la vida, su entendimiento del pasado, su creencia en un futuro determinado, lo que se traduce en actitudes, reglas de convivencia y disposición para el trabajo.

Hoy, la cultura se dimensiona como un factor determinante para el desarrollo sustentable de la comunidad, que asegure que las nuevas generaciones disfruten de todos los recursos de la naturaleza, que se apropien de ellos para que, cuidándolos y preservándolos, participando en acciones individuales y colectivas, garanticen la sustentabilidad como base de un futuro seguro.

Así mismo, desde esta perspectiva, se deben reconocer las diversas formas que a través del tiempo y del espacio adquiere la cultura y la diversidad de sus manifestaciones que nos conducen a la pluralidad de las identidades. Esta diversidad cultural constituye un canal de intercambios, innovaciones y de creatividad que conforman, entonces, un patrimonio de la humanidad y debe ser reconocida y respetada como fuente para potencializar la convivencia individual, las relaciones colectivas y el respeto entre los pueblos.

Parte importante del trabajo de divulgación, promoción y difusión cultural es el rescate y preservación del patrimonio, tangible e intangible, de la humanidad y concretamente del patrimonio que nos identifica, que conforma un pasado que nos enorgullece y nos sustenta, y que nos permite delinear nuestro futuro.

Un aspecto que debe ser motivo de reflexión y de revaloración, es la cultura alternativa, la cual ha sido altamente cuestionada, declarada inexistente e incluso penalizada. Sin embargo, no podemos soslayar las expresiones artísticas emergentes de jóvenes de los ámbitos urbanos, de los grupos marginados y de todos aquellos que muchas veces son excluidos socialmente y por parte de los mecanismos de apoyo de las políticas públicas culturales, e inclusive en nuestra entidad, penalizados. De ahí, la necesidad de repensar este tópico.

Lo anterior nos hace reconocer la necesidad de traer el nuevo debate sobre la cultura al espacio público y no en los espacios elitistas en que hasta hace poco y hoy, inclusive, se sigue dando. Un nuevo debate sobre la cultura como un bien público en el que en espacios abiertos se discutan conceptos que a muchos les preocupan, que otros los miran de soslayo, pero también se les ignora. Me refiero a conceptos tales como mercado cultural, industrias culturales, arte virtual, cultura global, culturas híbridas y otros tantos que se deben analizar y vincular con las manifestaciones cotidianas de los pueblos, con los usos y costumbres, con la educación artística, etc.

Todo esto, nos conduce, ineludiblemente, a pugnar por una política pública de la gestión cultural, que cuente con un marco jurídico actualizado y que se caracterice por su reconocimiento a la diversidad, a la pluralidad y por programas y acciones consistentes, permanentes y respaldados por un presupuesto adecuado.

Lo anterior, se condensa en líneas de trabajo y proyectos específicos que los que integramos la Fundación Veracruz en la Cultura podemos abordar, con una visión plural producto de la necesidad de vincularnos con las cuestiones públicas y sociales, en la cual no únicamente debe participar el Estado con programas y acciones que constituyen la cultura oficial, la cultura de Estado, sino también la ciudadanía en general. Por ésto, invitamos a todos los presentes a sumarse a esta Fundación.

Nos referimos a la participación ciudadana, a la participación social responsable y comprometida de creadores, ejecutantes, académicos, investigadores, docentes, cronistas, jóvenes y todo ciudadano preocupado por la cultura, su gestión y su difusión con capacidad de integrar y encauzar movimientos sociales en favor de la misma.

La cultura es un ente vivo, dinámico, activo, que impulsa al hombre a convivir, a luchar por su libertad, a lograr mejores niveles de vida material y espiritual, a evolucionar; en suma, a vivir en plenitud y feliz. Para ello, pretendemos coadyuvar los fundadores y futuros integrantes de “Veracruz en la Cultura”.


Texto leído por el Presidente de la Fundación, Eduardo Pérez Roque, en la ceremonia de instalación el dia 6 de octubre de 2008.




1 comentarios:

Anónimo dijo...

Maestro soy jose Luis arias de los tuxtlas le envio el link de ITZPAPALOTL
saludos
http://cecitzpapalotl.blogspot.com/