No creemos que todos los migrantes del mundo hayan celebrado el pasado día 18, día dedicado a ellos por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), si es que acaso están enterados que se encuentra establecido el Día Mundial del Migrante desde el año 2000, de acuerdo a una decisión de la Asamblea General de la ONU.
Decimos que no todos los migrantes que están enterados de esta conmemoración hayan pensado en celebrarla porque no precisamente todos tienen algo que celebrar cuando se encuentran lejos de sus familias y de su entorno social en el que se desarrollaron en su región o país de origen.
Algunos migrantes, no lo negamos, con todas las peripecias, carencias, discriminación y exclusiones de que son victimas se encuentren viviendo donde hoy habitan a gusto o en mejores condiciones que en sus lugares de origen, en su nueva tierra, en un nuevo grupo social y en un mundo nuevo que ellos escogieron en cierto momento y que fue cuando decidieron partir en busca de oportunidades de acceso al trabajo, a mejores sueldos, a posiciones sociales más relevantes, en suma: a una nueva vida.
Desde luego, no estamos de acuerdo con el gobernante que expresó que los migrantes partían en el caso de Veracruz y se puede hacer extensivo de México a “buscar la aventura, a dar la vuelta, a ver que encuentran” ya que esta declaración implica la falta de una visión integral de la migración y de todos los problemas económicos y sociales que se encuentran atrás de ella y sí de una postura superficial, sin compromiso social y político, pero además frívolo.
Mucho se ha escrito y declarado en torno a la migración desde diversas perspectivas y a veces con posturas verdaderamente penosas. Pero un aspecto que pocas veces se ha considerado y analizado es el momento en que el migrante toma la decisión de partir a otra ciudad, a otra región o a otro país. Esta decisión desde luego es individual y puede ser absolutamente personal, pero muchas veces siéndolo tiene como trasfondo el entorno social que presiona al hombre o la mujer a buscar otro ambiente, ya que la falta de trabajo o las pésimas condiciones de éste, la falta de oportunidades, como ya se mencionó hacen que la decisión individual se tome a partir del entorno social.
De acuerdo al Informe sobre Desarrollo Humano. México 2006-2007 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) existen cuatro dimensiones relativas a la decisión de cambiar de localidad, región o país: la económica, la de identidad y prestigio social, la de convivencia familiar y la de ciudadanía y participación política.
Desde la dimensión económica, se afirma que una persona puede tener la creencia que los ingresos potenciales por su trabajo son mayores en el lugar que ha escogido como destino, a los ingresos que percibe, si es que se encuentra laborando, en su lugar de origen. Como ejemplo tenemos la migración rural a la ciudad; la de la provincia a las grandes metrópolis como en México lo son Guadalajara, Monterrey y el Distrito Federal; y de América Central y México hacia Estados Unidos o tratándose de otras latitudes de Marruecos a España y Francia.
La identidad y el prestigio social como elementos para tomar la decisión de migrar es un aspecto altamente complejo. El migrante potencial considerará que su identidad cultural y el sentido de pertenencia comunitaria serán diferentes e incidirán en su bienestar a corto y mediano plazo en el lugar que han escogido como destino de su partida. Nuevamente el ejemplo más inmediato es el mexicano que emigra a Estados Unidos donde sufrirá discriminación y exclusiones sociales, y donde su sueldo no será igual al de todos los migrantes. Pero también muchos migrantes potenciales piensan que al retornar a su pueblo después de una estancia de varios años en otro país o en otra región le otorgarán un mayor prestigio en su lugar de origen, pues al volver su identidad habrá cambiado, como ya lo mencionamos en una entrega anterior: nuevo lenguaje, distinta manera de vestir, comportamientos diferentes ante sucesos familiares o de su grupo de referencia, etc.
Otro aspecto que el futuro migrante considera son las consecuencias que tendrá su partida en la vida familiar, ya sea que emprenda su traslado acompañado de esposa e hijos o que éstos permanezcan en su hogar. En el primer caso, la separación del migrante o de la pareja padre-madre que por lo regular depositan a sus hijos al cuidado de los abuelos, afecta el desarrollo de los infantes y trastoca la dinámica familiar, a veces para bien y en otras negativamente. En el segundo caso, los parientes que acompañan al jefe de familia irán con él para vivir las mismas peripecias, problemas y sufrir junto al padre carencias y la discriminación de que seguramente será objeto. Pero el impacto no será únicamente económico, sino también, social, cultural e, incluso, político.
También, el aspecto relativo a la ciudadanía y a los derechos políticos tiene que ver con muchos migrantes que parten a otros ámbitos en busca de la plenitud del goce de sus derechos políticos, el respeto a los derechos humanos y a vivir en plenitud su ciudadanía, que implica libertad y convivencia pacífica. Los migrantes aunque adquieran una estancia legal en el país al que llegan, de una manera u otra, verán alterado su status político y su incorporación a los colectivos no será fácil, ya que siempre será el nuevo, el que acaba de llegar, el que viene a luchar con nosotros. Pero si su estancia en su nuevo país de residencia es ilegal sufrirá la represión más ominosa como sucede en estos momentos con los migrantes ilegales que arriban a Estados Unidos de toda América Latina, principalmente, y los originarios de África, Medio Oriente y Europa del Este, que emigran a España, Francia, Italia y Alemania.
Los futuros migrantes analizan, básicamente, de manera explícita o implícita los cuatro aspectos señalados anteriormente de acuerdo a su nivel escolar, situación laboral, oportunidades de empleo, interactuación con su familia y grupo de referencia, su visión del mundo y sus proyectos de vida. Pero “existen problemas de información, presiones sociales o condiciones idiosincráticas que influirán en la decisión final y que no necesariamente parten de una valoración objetiva de los valores determinantes. La política pública debe favorecer dicha valoración objetiva y al mismo tiempo proteger de manera neutral las condiciones que se ejerce la opción de migrar.”
La toma de decisión de migrar repercute durante toda la vida entre los migrantes, a veces cuando solitariamente reflexiona en tierras lejanas en ese momento crucial en que decidió partir dejando a su familia en su lugar de origen, o si se encuentra con su parentela cuando el hijo o la pareja hace la pregunta detonadora ¿por qué nos venimos para acá? ¿por qué dejamos el rancho? o la que es verdaderamente impactante ¿por qué no mejor nos regresamos?.
Ante todo lo descrito anteriormente vale la pena recordar lo que el ex Secretario General de la ONU manifestó el pasado 5 de junio de 2006 “mientras existan naciones habrá migrantes. Aunque muchos desean lo contrario, es parte de la vida. Así que no es cuestión de detener la migración, sino de administrarla mejor, con mayor cooperación y entendimiento de todas las partes. En vez de ser un juego en el que todos pierden, el fenómeno puede producir beneficio para todos.”
Decimos que no todos los migrantes que están enterados de esta conmemoración hayan pensado en celebrarla porque no precisamente todos tienen algo que celebrar cuando se encuentran lejos de sus familias y de su entorno social en el que se desarrollaron en su región o país de origen.
Algunos migrantes, no lo negamos, con todas las peripecias, carencias, discriminación y exclusiones de que son victimas se encuentren viviendo donde hoy habitan a gusto o en mejores condiciones que en sus lugares de origen, en su nueva tierra, en un nuevo grupo social y en un mundo nuevo que ellos escogieron en cierto momento y que fue cuando decidieron partir en busca de oportunidades de acceso al trabajo, a mejores sueldos, a posiciones sociales más relevantes, en suma: a una nueva vida.
Desde luego, no estamos de acuerdo con el gobernante que expresó que los migrantes partían en el caso de Veracruz y se puede hacer extensivo de México a “buscar la aventura, a dar la vuelta, a ver que encuentran” ya que esta declaración implica la falta de una visión integral de la migración y de todos los problemas económicos y sociales que se encuentran atrás de ella y sí de una postura superficial, sin compromiso social y político, pero además frívolo.
Mucho se ha escrito y declarado en torno a la migración desde diversas perspectivas y a veces con posturas verdaderamente penosas. Pero un aspecto que pocas veces se ha considerado y analizado es el momento en que el migrante toma la decisión de partir a otra ciudad, a otra región o a otro país. Esta decisión desde luego es individual y puede ser absolutamente personal, pero muchas veces siéndolo tiene como trasfondo el entorno social que presiona al hombre o la mujer a buscar otro ambiente, ya que la falta de trabajo o las pésimas condiciones de éste, la falta de oportunidades, como ya se mencionó hacen que la decisión individual se tome a partir del entorno social.
De acuerdo al Informe sobre Desarrollo Humano. México 2006-2007 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) existen cuatro dimensiones relativas a la decisión de cambiar de localidad, región o país: la económica, la de identidad y prestigio social, la de convivencia familiar y la de ciudadanía y participación política.
Desde la dimensión económica, se afirma que una persona puede tener la creencia que los ingresos potenciales por su trabajo son mayores en el lugar que ha escogido como destino, a los ingresos que percibe, si es que se encuentra laborando, en su lugar de origen. Como ejemplo tenemos la migración rural a la ciudad; la de la provincia a las grandes metrópolis como en México lo son Guadalajara, Monterrey y el Distrito Federal; y de América Central y México hacia Estados Unidos o tratándose de otras latitudes de Marruecos a España y Francia.
La identidad y el prestigio social como elementos para tomar la decisión de migrar es un aspecto altamente complejo. El migrante potencial considerará que su identidad cultural y el sentido de pertenencia comunitaria serán diferentes e incidirán en su bienestar a corto y mediano plazo en el lugar que han escogido como destino de su partida. Nuevamente el ejemplo más inmediato es el mexicano que emigra a Estados Unidos donde sufrirá discriminación y exclusiones sociales, y donde su sueldo no será igual al de todos los migrantes. Pero también muchos migrantes potenciales piensan que al retornar a su pueblo después de una estancia de varios años en otro país o en otra región le otorgarán un mayor prestigio en su lugar de origen, pues al volver su identidad habrá cambiado, como ya lo mencionamos en una entrega anterior: nuevo lenguaje, distinta manera de vestir, comportamientos diferentes ante sucesos familiares o de su grupo de referencia, etc.
Otro aspecto que el futuro migrante considera son las consecuencias que tendrá su partida en la vida familiar, ya sea que emprenda su traslado acompañado de esposa e hijos o que éstos permanezcan en su hogar. En el primer caso, la separación del migrante o de la pareja padre-madre que por lo regular depositan a sus hijos al cuidado de los abuelos, afecta el desarrollo de los infantes y trastoca la dinámica familiar, a veces para bien y en otras negativamente. En el segundo caso, los parientes que acompañan al jefe de familia irán con él para vivir las mismas peripecias, problemas y sufrir junto al padre carencias y la discriminación de que seguramente será objeto. Pero el impacto no será únicamente económico, sino también, social, cultural e, incluso, político.
También, el aspecto relativo a la ciudadanía y a los derechos políticos tiene que ver con muchos migrantes que parten a otros ámbitos en busca de la plenitud del goce de sus derechos políticos, el respeto a los derechos humanos y a vivir en plenitud su ciudadanía, que implica libertad y convivencia pacífica. Los migrantes aunque adquieran una estancia legal en el país al que llegan, de una manera u otra, verán alterado su status político y su incorporación a los colectivos no será fácil, ya que siempre será el nuevo, el que acaba de llegar, el que viene a luchar con nosotros. Pero si su estancia en su nuevo país de residencia es ilegal sufrirá la represión más ominosa como sucede en estos momentos con los migrantes ilegales que arriban a Estados Unidos de toda América Latina, principalmente, y los originarios de África, Medio Oriente y Europa del Este, que emigran a España, Francia, Italia y Alemania.
Los futuros migrantes analizan, básicamente, de manera explícita o implícita los cuatro aspectos señalados anteriormente de acuerdo a su nivel escolar, situación laboral, oportunidades de empleo, interactuación con su familia y grupo de referencia, su visión del mundo y sus proyectos de vida. Pero “existen problemas de información, presiones sociales o condiciones idiosincráticas que influirán en la decisión final y que no necesariamente parten de una valoración objetiva de los valores determinantes. La política pública debe favorecer dicha valoración objetiva y al mismo tiempo proteger de manera neutral las condiciones que se ejerce la opción de migrar.”
La toma de decisión de migrar repercute durante toda la vida entre los migrantes, a veces cuando solitariamente reflexiona en tierras lejanas en ese momento crucial en que decidió partir dejando a su familia en su lugar de origen, o si se encuentra con su parentela cuando el hijo o la pareja hace la pregunta detonadora ¿por qué nos venimos para acá? ¿por qué dejamos el rancho? o la que es verdaderamente impactante ¿por qué no mejor nos regresamos?.
Ante todo lo descrito anteriormente vale la pena recordar lo que el ex Secretario General de la ONU manifestó el pasado 5 de junio de 2006 “mientras existan naciones habrá migrantes. Aunque muchos desean lo contrario, es parte de la vida. Así que no es cuestión de detener la migración, sino de administrarla mejor, con mayor cooperación y entendimiento de todas las partes. En vez de ser un juego en el que todos pierden, el fenómeno puede producir beneficio para todos.”
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