domingo, 20 de junio de 2004

De drogas, armas y mochilas

La mercantilización de la época que nos ha tocado vivir, hace que cada persona, de cualquier ámbito social, político o socioeconómico, posea y porte en cada momento de su vida un objeto de suma importancia para él, que resulta emblemático, porque nos representa, nos simboliza, sirve para que de él nos sostengamos sicológicamente, para ocultar nuestra inseguridad, y para que de acuerdo a su marca y logotipo correspondiente gritemos al mundo ¡miren lo que traigo!, ¡miren lo que uso! y si no se dan cuenta, discretamente hacemos que amigos y conocidos se percaten de ello.

Son objetos que nos acompañan a todas partes y que muchas veces no queremos deshacernos de ellos. Nos duele desecharlos porque estuvieron en momentos claves de nuestra vida. Han viajado con nosotros, portan nuestras intimidades e inclusive nuestros secretos. Todo puede pasar menos olvidarlos o perderlos.
En el caso de los caballeros, uno de esos objetos son los portafolios. Hay de plástico, metálicos, imitación de piel, de piel auténtica, con logotipo o sin logotipo, los venden de trescientos pesos y hasta de veintinueve mil.
Qué guarda un caballero en su portafolio. Desde luego su identificación, sus tarjetas y sus documentos de trabajo: informes, proyectos. Pero además, en su portafolio el caballero trae la factura, carta, nota o informe que no quiere que nadie lea, ni se entere de su existencia, incluso su esposa o pareja; tiene medicinas, una loción, un pañuelo de repuesto, otra billetera y, por que no, un condón por lo que se pudiera ofrecer.
Si abrimos lo que una dama guarda en su bolsa, nos encontramos con lo equivalente al portafolio de los caballeros pero, además, también lleva otra bolsa más pequeña y, además, un monedero. Pero también los infaltables cosméticos, pañuelos desechables, artículos de tocador; igualmente medicinas para el dolor de cabeza, mareos o presión baja. A veces, su emparedado o una torta y si es necesario un par de medias de repuesto.
Para las damas existen bolsas que cada temporada cambian de diseño y de acuerdo a la marca su precio. Importadas y nacionales. Auténticas o imitación de las que portan las señoras que aparecen en las revistas de corazón.
¿Pero qué representan los portafolios o las bolsas de mano para sus dueños o dueñas? Representan un ámbito íntimo que les pertenece a ellos únicamente, que forma parte de su ser además de la imagen social a la que coadyuvan a construir; son ellos mismos y sus secretos; son espacios personales donde no puede entrar nadie que sea ajeno o aunque sea también parte de uno mismo. Equivale a la recámara, otro espacio íntimo y propio. Portafolios y bolsas son espacios personalísimos, somos nosotros mismos.
Pero qué sucede si alguien abre y revisa el contenido de estos objetos, sea la pareja u otra persona, lo cual resulta más agravante. El dueño o dueña se siente ofendido, lastimado o herido en su intimidad, en su dignidad, por qué un esposo o esposa abrió y revisó la bolsa, ¿buscando qué?, ¿dudando de qué? ¿por qué el atrevimiento?
Pero pasemos a otro ámbito: ¿se ha puesto uno como padre o maestro a pensar qué significa para niños y jóvenes su mochila, su bolsa o su portafolio?
Estos objetos igual que en los adultos forman parte de su personalidad, de su intimidad. En una mochila de un niño podemos encontrar aparte de libros, cuadernos, lápices, pinturas y sacapuntas, otros objetos que si para nosotros, los adultos, no tiene valor alguno, para ellos si. En la mochila de un joven podemos encontrar recados, cartas, fotografías de artistas, juguetes guardados por mucho tiempo, tareas que merecieron muy buena calificación, el pañuelo de la novia, dulces, pastillas, artículos deportivos y todo un universo que se únicamente el dueño aquilata y conserva.
Si se trata de un joven de secundaria, sucede lo mismo, en su mochila se encuentra un universo que lo representa y lo identifica. Si un niño pierde o ve violentada su mochila, puede desesperarse, llorar y reclamar. Si un joven ve alterada la secrecía de su mochila, reclama y pelea. Porque la mochila como el portafolio y la bolsa de mano para los mayores, es una “zona sagrada” para los niños y las niñas.
Lo anterior nos llama la atención por la tan de moda “operación mochila” que algunos aceptan y otros rechazan, sin analizar sus implicaciones, que no son únicamente de seguridad, combate a las adicciones e intromisión en la vida escolar de elementos externos, como policías y agentes.
Al respecto, nos tocó escuchar a una funcionaria municipal opinar a nombre de una comisión o comité a favor de la “operación mochila” sin contar con información precisa y concreta sobre dos aspectos primordiales en cuanto a esta medida arbitraria y demagógica: en cuántas primarias, secundarias o preparatorias se ha detectado el uso o el consumo de drogas y de armas; de qué tipo; en qué cantidad; individual o colectivamente; cómo fue adquirida por el alumno; de qué nivel o modalidad son los planteles.
Por otra parte ¿la funcionaria habrá analizado pormenorizadamente el impacto de esta “operación mochila” en los niños y jóvenes? Lo que piensan de ella, de los policías, sus maestros y a veces los mismos padres que las abren y revisan. Qué le parecería a esta funcionaria que su portafolio carpeta o bolsa de mano le fuera abierta, revisada o esculcada.
Pero también nos enteramos que la secretaría de Educación y Cultura a través de una alta vocera ha manifestado que lo mejor sería que las autoridades de Seguridad Pública se encargaran de vigilar el ámbito externo a los planteles escolares y que los padres de familia y maestros se responsabilizaran de la tan mencionada “operación mochila”. Con ésto, la SEC matiza posiciones anteriores de funcionarios y maestros que han manifestado estar de acuerdo.
Desde luego que no desconocemos y nos preocupa que en ciertos planteles se ha detectado el consumo de drogas por algunos alumnos, nunca por todos, y que también se ha descubierto el uso de armas, lo cual ha culminado en verdaderas desgracias como son la muerte de compañeros de los portadores, que si bien son casos aislados, eso no les resta importancia para de allí tomar medidas. Pero de una manera u otra la famosa “operación mochila” se vincula a la transgresión de los derechos humanos de los niños y las niñas por cuya vigencia todos tenemos que pugnar: padres, maestros y sociedad; si consideramos que las niños y las niñas son nuevos actores sociales, como ya lo hemos asentado en otras entregas, nos preguntamos si en las escuelas donde se ha desarrollado la “operación mochila” las autoridades policíacas y escolares por casualidad han realizado adecuadamente una encuesta, sondeo de opinión o aplicado un cuestionario en los alumnos para conocer sus puntos de vista, o como siempre se les ha pasado por alto, ignorando su parecer, su visión, sus sentimientos.
Conviene retomar lo que el pasado 25 de abril mencionamos en este mismo espacio: apoyemos desde nuestro ámbito oficial, social y familiar, el propósito de la Sesión Especial de la Asamblea General de la ONU a favor de la Infancia celebrada en mayo de 2002, que es la construcción de “Un mundo apropiado para los niños”, teniendo como eje la participación activa infantil, es decir, el derecho a expresar sus intereses, opiniones y anhelos, como nuevos actores sociales y futuros ciudadanos.
Si consideramos que las niñas y los niños son nuevos actores sociales, tengamos presente como ya lo mencionamos el pasado 25 de abril de 2004 que “el principio de que los niños deben ser consultados sobre aquello que les afecta se encuentra a menudo con la resistencia de aquellos que lo ven como una forma de socavar la autoridad de los adultos dentro de la familia y sociedad. Sin embargo escuchar las opiniones de los niños no significa simplemente respaldar sus puntos de vista. Más bien de lo que se trata es de entablar con ellos un diálogo y un intercambio que les permita aprender formas constructivas de influir en el mundo que los rodea. El toma y daca social de la participación alienta a los niños a asumir responsabilidades cada vez mayores como ciudadanos activos, tolerantes y democráticos en proceso de formación”.
A los maestros y padres de familia que sostienen que los niños y jóvenes no tienen capacidad para opinar o dialogar sobre lo que les afecta, nos permitimos recordarles que de acuerdo a la Unicef “cada generación debe afrontar nuevos desafíos: estar atentos a los puntos de vista de los niños y niñas, y prestarles atención, es uno de nuestros desafíos. Este año (2002), el informe sobre el Estado Mundial de la Infancia se centra en la responsabilidad que tienen los adultos de recabar los puntos de vista y las opiniones de los niños, y tomárselos en serio; y en la responsabilidad de los adultos para ayudar a niños y adolescentes a desarrollar sus aptitudes para participar en el mundo de una forma auténtica y significativa”.
Por otra parte, la misma institución afirma que “la auténtica participación infantil debe partir de los propios niños y jóvenes, en sus propios términos, dentro de sus propias realidades, y orientada a sus propias visiones, sueños, esperanzas o preocupaciones. Para que puedan participar de una forma apropiada y que refuerce su dignidad y autoestima, los niños necesitan información, apoyo y unas condiciones favorables”.
Así, agredir la intimidad, privacidad y dignidad de los niños y las niñas a través de la “operación mochila” significa que, como padres maestros y autoridades, no hemos sabido generar el ambiente familiar, escolar y social necesario y adecuado para que el pequeño o el joven rehúse el consumo de la droga. Si existe responsabilidad y cumplimiento cabal de sus funciones por parte de las autoridades de Seguridad Pública y vigencia de principios y valores en la familia y escuela, comunicación adecuada entre padres de familia y maestros con niños y jóvenes, la “operación mochila” no es necesaria, pues constituye una medida demagógica e irresponsable.
No vaya a ser que el próximo Día Internacional contra el Uso y Consumo de Drogas se quiera celebrar en algunas escuelas primarias con la “operación mochila” ¿Qué va a decir la niña de los ojitos dormilones, si, la de la mochila azul, de que se la revisen, violentado su privacidad, su dignidad e integridad?